CIUDAD DE MÉXICO, 7 mayo 2011 (El Universal).- Desde su matrimonio con el jeque Hamad bin Khalifa al-Thani de Qatar, la vida de Mozah bint Nasser al Missned, mejor conocida como la jequesa de Qatar, cambió radicalmente.
Al-Khor, en Qatar, fue la ciudad que la vio nacer, bajo el seno de una familia acomodada de comerciantes, donde vivió sus primeros años de vida en una mansión construida por su padre, el señor Nasser bin Abdullah Al-Missned.
La infancia de Mozah estuvo marcada desde el principio por varias tragedias y acontecimientos, como el tener que abandonar su ciudad natal en la década de los 60, tras el encarcelamiento de su padre por reclamar públicamente que se llevaran a cabo ciertas reformas en su país durante la época, razón que los obligó a abandonar el país.
Tras la huida, los Al-Missned se instalaron en Kuwait y Egipto, donde Mozah recibió gran parte de su formación académica, la cual concluyó en 1986, al graduarse como licenciada en Sociología por la Universidad de Qatar, aún cuando ella soñaba en convertirse en una doctora en medicina.
Historia de amor
El primer encuentro entre Mozah y Hamad se dio cuando ambos viajaban a un congreso en un avión. Tras esta ocasión y frente a las adversidades -pues ella era plebeya y él un príncipe heredero- se unieron en matrimonio en 1977. Actualmente cuentan con una familia numerosa: siete hijos, cinco varones y dos mujeres, entre ellos, el actual heredero, Tamim, nacido en 1980.
A la segunda mujer de Hamad la guían, según su propia página web, los valores tradicionales, y como devota musulmana, comienza cada día con la oración de la mañana. Según se dice, Mozah es la esposa favorita del emir, quien se ha valido de su imagen para influir en la buena voluntad de los ciudadanos de Qatar, como en el año 1995, cuando Hamad echó del poder a su padre tras un golpe de estado y tomó las riendas de su país, él hizo que Mozah le sirviera de gran ayuda como imagen del cambio liberalizador en Qatar para evitar conflictos internos dentro de la nación.
Además, durante la misma época, el nuevo monarca creó la Fundación para la Educación, la Ciencia y el Desarrollo, que actualmente preside Mozah, proyecto que le permitió para el 2003 poder inaugurar el programa La Ciudad de la Educación, el mayor exponente de lo que la jequesa Mozah se ha empeñado en demostrar al mundo: que se puede aprovechar lo mejor de Occidente sin perder las raíces y la identidad para el Medio Oriente; esto mediante la reunión de los campus de varias universidades internacionales de gran nivel, como la Universidad de Virginia Commonwealth, la Universidad Texas A&M, la Universidad Carnegie Mellon, el Imperial College London y la escuela de servicio exterior de la Universidad de Georgetown, para ayudar al fomento y promoción de la educación en Qatar.
Además, inteligente
Entre sus logros profesionales se encuentran en su haber cuatro doctorados honoris causa en diferentes universidades del mundo por su labor humanitaria, y según señalan algunos expertos, la jequesa ejerce una gran influencia en el mundo árabe, incluso mayor que la propia Rania de Jordania.
No sólo su belleza, rasgos exóticos, su estilizada figura y elegancia deslumbran al mundo, sino su inteligencia y la solidaridad que tiene con la gente más necesitada en medio oriente y otras partes del mundo, pues está comprometida con el tema de la salud, la educación, y particularmente en las reformas sociales y el desarrollo de la mujer árabe.
Como muestra de su labor humanitaria, la esposa del emir, dio un donativo de 100 millones de dólares para Silatech, un programa en el marco de la Alianza de Civilizaciones cuyo objetivo es fomentar el empleo de jóvenes. Incluso a través de la Qatar Foundation impulsa las reformas progresistas de su país, es enviada especial de la Unesco para la Educación desde 2005 y miembro del Grupo de Alto Nivel de la Alianza de Civilizaciones.
Amante del arte
Otra de sus facetas además de madre, esposa y mujer solidaria, es la de coleccionista de piezas de arte. Entre las recientes obras que adquirió el año pasado tras una subasta convocada por la casa Sotheby’s se encuentran un cuadro de Mark Rothko, titulado White center (yellow, pink and lavender on rose), valuado en unos 72.8 millones de dólares (cerca de 850 millones de pesos) por la revista Art Newspaper, de Londres; y Lullaby spring, de Damien Hirst, por el que pagó 19 millones de dólares (220 millones de pesos), la cantidad más alta jamás pagada por una obra de un artista en vida.
El resto de sus obras se encuentran expuestas en el Museo de Arte Árabe Moderno de Qatar, pues con esta exhibición se pretende promover la apreciación del arte contemporáneo entre la gente de Qatar. Entre algunas obras que se muestran se incluyen desnudos, un tema tabú y controversial dentro de la cultura del medio oriente, pero según palabras del propio curador de la exposición, Wassan Al Khundhairi, es para mostrar que Qatar es un país en vías del progreso y la apertura.