PARIS, 3 enero 2012 (EFE).- Sin duda alguna, La Mona Lisa –o Gioconda– es una de las pinturas más célebres de toda la Historia del Arte. A esta fama han contribuido distintos factores: el mediático robo que sufrió la pintura hace ahora cien años; la fascinante y sugerente figura de su autor, el no menos conocido Leonardo da Vinci; el enigma que rodea a su expresión –¿sonríe o no?– y, en fechas más recientes, el arrollador éxito del bestseller El Código da Vinci.
Por todo estos motivos ya no sorprende que, de forma recurrente, los medios de comunicación se hagan eco de nuevas hipótesis sobre los supuestos misterios que rodean a la pintura del genio florentino.
El último en sumarse a la ya larga lista es el artista y diseñador gráfico estadounidense Ron Piccirillo quien, en fechas recientes, anunció a los cuatro vientos que había descubierto unos símbolos ocultos –concretamente animales– rodeando a la figura de la Gioconda.
Para descubrir estos animales escondidos a simple vista –un león, un búfalo, un mono y una serpiente– hay que colocar la pintura en posición horizontal. Al menos, eso es lo que asegura Piccirillo.
Según este artista neoyorquino, su descubrimiento fue completamente casual. Después de que aquellas figuras aparecieran ante sus ojos decidió rastrear en los diarios manuscritos de Leonardo y, fruto de esa pesquisa, Piccirillo cree haber encontrado varios fragmentos de texto que explicarían la inclusión de los animales en la pintura.
En concreto, se trata de unas frases en las que Leonardo menciona al león y la serpiente, y que Piccirillo ha interpretado como una referencia al pecado de la envidia. Según la interpretación de este artista, Leonardo habría pintado la Gioconda no para representar a un personaje real, sino para plasmar iconográficamente este pecado.
La Mona Lisa, orientada horiz. y con flechas señalando algunos de los animales “descubiertos”. |
A primera vista, la hipótesis de Piccirillo puede resultar coherente pero, ¿qué hay de cierto en dicha interpretación? Siendo sinceros, la verdad es que muy poco. La primera de las afirmaciones que apenas supera el mínimo escrutinio es la de la existencia de figuras animales en la pintura.
Si tomamos cualquier imagen de buena calidad de La Gioconda –como la que está disponible en la entrada de la Wikipedia– y la giramos horizontalmente, veremos que las formas que Piccirillo identifica como animales se encuentran en los montes y bosques representados junto a la protagonista del lienzo. Sin duda, hay que hacer un buen ejercicio de imaginación para detectar allí cualquier animal.
Las formas de los "animales", destacadas |
Lo más probable es que el artista estadounidense haya sido víctima de la pareidolia, un fenómeno psicológico por el que nuestro cerebro nos juega malas pasadas, y nos hace ver formas reconocibles donde sólo hay patrones indefinidos. Es el mismo fenómeno que se produce, por ejemplo, cuando vemos figuras y rostros en las nubes.
Por otra parte, su interpretación de que la pintura de Leonardo representa a la envidia tampoco parece muy acertada, pues además de que nunca se había empleado esa combinación de animales para representar simbólicamente dicho pecado, la protagonista del cuadro está plenamente identificada –al contrario de lo que propone Piccirillo–: se trata de Lisa Gerardini, esposa de un rico comerciante apellidado Gioccondo (de ahí el otro título de la obra).
Además, si Leonardo hubiese querido ocultar cualquier alusión simbólica de este tipo no habría necesitado esconderla de forma tan enrevesada. Otra de sus célebres pinturas, La dama de armiño, utiliza un simbolismo animal de forma más convencional. La joven representada en esta pintura es Cecilia Gallerani, la hermosa amante de Ludovico Sforza quien, además de ser conocido como “El Moro”, también recibía el apelativo de ermellino (armiño, en italiano). Esa es, seguramente, la razón de que la joven aparezca retratada con dicho animal.
La dama de armiño, Leonardo da Vinci |