CIUDAD DE MÉXICO, 17 de marzo de 2012 (El Universal).- Son dentistas, contadores públicos, abogados, estudiantes que encontraron en el sonido de la gaita una forma de vida paralela a sus actividades. No son músicos, dicen, al menos no de formación académica, son gaiteros y son los únicos en México que se han profesionalizado en este instrumento, y conforman desde hace 15 años la Banda de Gaitas del Batallón de San Patricio.
El grupo fue fundado de manera formal en 1997, año en que se conmemora el 150 aniversario de la gesta heroica del Batallón de San Patricio, unidad formada principalmente por soldados irlandeses y escoceses durante la Guerra de Intervención en 1847.
Aunque su historia se remonta a principios de los años 90, cuando un par de personas encabezadas por Rafael Gutiérrez, comenzaron a formar una pequeña banda. El inicio no fue sencillo, su fundador, atrapado por la historia del Batallón, del sonido de las gaitas y de la cultura escocesa, viajó a Escocia para traer todo el conocimiento que le fue posible, libros, partituras y documentos.
A su regreso, empezó a dar clases a todo aquel que se interesara y formó una especie de red de maestros que poco a poco fueron sembrando el interés entre la gente. A la fecha, sólo quedan tres de esa incipiente agrupación.
Actualmente la banda está integrada por alrededor de 20 personas, que oscilan entre los 18 y los 50 años de edad, la mayoría tiene estudios en el College of Piping y la Royal Scottish Pipe Band Association de Escocia, son todos jóvenes mexicanos que han desarrollado un elevado nivel técnico y musical.
Los logros de estos gaiteros son muchos; por ejemplo, en el verano de 2003 la banda y su cuerpo de baile fueron invitados a participar en el Tattoo (retreta militar) de Eskjö en Suecia. En julio de 2005, participaron en El Campeonato Norteamericano de Bandas de Gaita en Maxville, Ontario, lo que los ubicó en el escenario internacional de la música de bandas de gaita escocesa.
Una pasión por el instrumento
En entrevista con Ernesto Góngora, el único de la banda con estudios musicales académicos -se prepara como director de orquesta-, Pipe Major de la banda, explica que ser un gaitero en México requiere, sobre todo, de una pasión por el instrumento. Y es que no hay una escuela, la gaita es costosa y sólo se puede adquirir importándola de Escocia, al igual que el uniforme. En total, un músico invierte alrededor de 50 mil pesos para ser y lucir como un gaitero profesional.
Además, si bien es una profesión que cada día interesa más a los mexicanos, vivir de ser gaitero no es suficiente.
“Es complicado determinar cuánto cuesta un concierto de la banda, porque pueden tocar sólo dos o tres compañeros, o la banda completa que incluye a varios tambores. El concierto de sólo un gaitero puede llegar a cotizarse en alrededor de 4 mil pesos la hora, pero lo cierto es que no todo el año es bueno para nosotros, así que todos nos dedicados a nuestras profesiones, que son muy diversas, y nos reunimos cuando es necesario”Además de las complicaciones para encontrar dónde estudiar y trabajar, hay una que no es menor: dónde practicar. A esto se suma ser un gaitero en un país en el que es mal visto que un hombre usa falda (kilt).
Cautivado por el sonido
Víctor Serrano, dedicado a los bienes raíces con su padre, es el menor de la banda, tiene 18 años de edad y cuenta su historia para EL UNIVERSAL.
Su vocación musical inició en la adolescencia con la guitarra y la flauta, instrumentos que son, dice, alcanzables cuando sólo eres un estudiante de secundaria. Un día se topó con una banda de gaitas alemanas, el sonido le pareció fuerte y emocional. “Me gustó el ritmo y quise aprender a tocarla, se convirtió en un reto para mí. Después conocí al Batallón de San Patricio, la única banda de gaitas en México”, cuenta.
Desde hace dos años forma parte de la banda, aunque empezó a estudiar desde que tenía 13 años, y explica que el aprendizaje requiere de una gran exigencia.
“La digitación es complicada, se requiere de técnica, es muy compleja la gaita”, dice y cuenta que la formación también requiere de una gran disciplina.
“No somos una formación militar, pero la banda se divide por grados militares como el sargento y el mayor de gaitas o tambores. Yo todavía, por decirlo de alguna forma, soy cabo”, explica.
El sonido de la gaita es fuerte, tocarla en un espacio cerrado es casi imposible, por eso Víctor practicaba afuera del edificio donde vive, hasta que sus vecinos mandaron llamar a la patrulla acusándolo de escandaloso. Tuvo que optar por ir a ensayar a los espacios públicos, como la calle de Madero, en donde, aunque él no lo solicita, le llegan a pagar unas monedas por su trabajo.
En la calle se enfrenta con las más diversas reacciones, desde aquellas miradas que lo ven con extrañeza, hasta -sobre todo los turistas extranjeros- los que le aplauden o le toman video y fotografías.
El público que gusta de las melodías que produce el instrumento son muy diversos, hay quien los puede contratar para un servicio fúnebre o para una boda.
“Hay todo tipo de peticiones, podemos tener presentaciones en el Palacio de los Deportes, ir a la bendición de un coche o al entierro de un perro al que le gustaba mucho el sonido; también nos contratan para bodas, fiestas, cumpleaños”, dice.
El repertorio, agrega, también es diverso: “Lo que tocamos abarca desde música de la región celta de Francia, hasta melodías mexicanas como el Jarabe Tapatío y el Cielito lindo”, cuenta.
Para Víctor, ejercer este oficio es una pasión y un privelegio, con orgullo viste su uniforme en el que resalta el uso del kilt o falda, que tiene su origen en la vestimenta tradicional de los habitantes de las tierras altas escocesas y que originalmente era una enorme pieza de lana que durante la noche servía para cubrirse y dormir en ella y durante el día se enrollaba alrededor de la cintura, sujeta con un cinturón y que pesa alrededor de cinco kilos.
“Toman a broma ver a un hombre con falda, te dicen que eres niña o que te gustan los hombres, no te acostumbras a recibir ofensas, pero sí a escuchar comentarios o chiflidos en la calle, aunque también hay gente que te expresa su respeto porque te ve bien vestido”, explica Víctor.
Nada de eso importa cuando hay pasión: “Me encanta lograr la unión entre la gaita y yo, cuando parece que se toca sola”, dice.
Hoy se conmemora el Día de San Patricio, el santo patrono de Irlanda, celebrado en el mundo por la comunidad irlandesa. En México, la efeméride pasa casi por alto, sólo en los pubs o bares celtas de la ciudad tocará la banda, aunque el festejo a los "San Patricios" lo hacen con una Retreta Militar el primer domingo de cada mes a las 5 de la tarde en el Museo Nacional de las Intervenciones. Además, el 31 de marzo ofrecerán un concierto a las 12:00 horas en el Jardín Botánico de Ciudad Universitaria para festejar.
Fotografías: El Universal