MADRID, 13 septiembre 2012 (EFE).- Mucho se ha discutido a lo largo de la historia de cuál es la verdadera función de las prisiones y si éstas deben ser un lugar en el que los reos sean reinsertados a través de un modelo pedagógico en el que, después de un tiempo de reclusión, puedan volver a formar parte de la sociedad o, por el contrario, se les aplique un control y castigo represivo que, a través del miedo, se consiga que no vuelvan a delinquir.
El pensador de origen inglés Jeremy Bentham fue bien conocido, hacia finales del siglo XVIII, gracias a todas las aportaciones que realizó para mejorar el modelo de vida de los británicos, pero en cuestiones carcelarias se mantuvo como un firme defensor del modelo que apoyaba la represión como modo perfecto de reinsertar a los presos.
Bentham diseñó un tipo de prisión al que bautizó como panóptico y cuya función era controlar, desde una torre central, todo lo que los reclusos podían hacer y decir desde sus celdas. Un 'Gran Hermano' que bien podría haber sido sacado directamente de la novela '1984' de George Owell, con la pequeña excepción de que lo había ideado con 150 años de adelanto.
El edificio de forma circular disponía de una torre central desde donde se podía controlar los 360º de la prisión y en el que un alguacil dispuesto en ella veía todas y cada una de las celdas. Éstas tenían una capacidad de un preso por habitáculo, encontrándose totalmente aislados de los demás reos por gruesos y largos muros que no permitían el contacto entre ellos.
Cada celda dispondría de ventana exterior que facilitaría la entrada de luz para una mejor visión desde la torre central, donde el vigilante lo vería todo, estando fuera del alcance visual de los presos y no sabiendo estos sí eran controlados en todo momento o si había una o más personas en la torre de control. Un sofisticado artilugio en forma de tubo iría a parar hasta cada celda por el que el vigilante podría susurrar en cualquier momento del día o la noche y comunicarse con el preso, haciéndolo sentir incomodo.
Bentham estaba convencido que manteniendo a los presos al máximo control posible haría que su rendimiento y comportamiento mejorase, aconsejando su utilización también en centros de trabajos, universidades y todo aquel lugar en el que se necesitase la vigilancia permanente.
El modelo del panóptico no llegó a desarrollarse en aquel tiempo gracias a que, por aquel entonces, el rey Jorge III no estaba por la labor de realizar la gran inversión que suponía construir nuevas prisiones, que comportaban un gasto desmesurado para la por entonces maltrecha economía británica, debido a que el país acababa de sufrir el varapalo de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y la posterior guerra contra Napoleón Bonaparte.
Posteriormente, varios han sido los países en los que se han adaptado no solo sus centros penitenciarios al modelo pensado por Jeremy Bentham, sino que podemos encontrarnos con múltiples fábricas y centros de trabajo cuyo diseño está realizado para controlar la productividad de los empleados, sintiéndose éstos observados en todo momento.
Imagen: wikimedia commons
viernes, 14 de septiembre de 2012
La prisión perfecta
1:50:00 a.m.
Arquitectura/Construcciones, Historia