NUEVA ORLEANS, 25 septiembre 2012 (AP) — Cuando un hombre en Florida vio la fotografía de un hombre rescatado de las inundaciones provocadas por el huracán Isaac, estaba seguro de que se trataba de su hermano. No lo era. Pero el error provocó que empezara una búsqueda que al final reunió a ese indigente con sus dos hijas, a las que no había visto en 16 años.
La historia comenzó el 30 de agosto, cuando The Associated Press tomó una fotografía de un hombre barbado cuando era ayudado por dos rescatistas en Slidell luego de que casi se ahoga y es arrastrado por el agua. Aunque se sabe ahora que se trataba de Larry Bailey, de 60 años, su identidad en ese momento era desconocida.
Marcus Michels de West Melbourne, Florida, llamó al buró de la AP en Nueva Orleáns el 31 de agosto, seguro de que ese hombre era su hermano Mitchell Lee Massey, quien lleva desaparecido seis años.
La AP se puso en contacto con la Cruz Roja de Luisiana, donde una vocera examinó la fotografía y logró deducir dónde estaban los rescatistas —y el albergue más cercano en Slidell.
Debbie Kemp, voluntaria de la Cruz Roja con un programa llamado Safe and Well, dedicado a ayudar a encontrar personas con problemas médicos o mentales, se hizo cargo de la búsqueda. Kemp, de Ann Arbor, Michigan, llamó al número que Bailey había dado en el albergue y le respondió Johnny Sontag, de Slidell, quien le da alimento a Bailey a cambio de trabajo en su jardín, y le permite quedarse en el remolque que tiene.
"Es mi amigo, por lo que siempre intento cuidarlo", dijo Sontag, quien conoce a Bailey desde hace unos siete u ocho años. Describió a Bailey com un hombre maravilloso que hablaba de su familia frecuentemente, y una vez explicó por qué no se había comido lo que le había dado Sontag: "Ah, la regalé. El tenía más hambre que yo".
Sin embargo, como muchas otras veces, Bailey no estaba en el remolque. Sontag dijo que desaparecía tan seguido que tenía un vecino que le llamaba cuando Bailey volvía.
Sontag no sabía qué hacer. No podía pagar la medicina. Llamó a Kemp, quien le dijo que lo llevara a emergencias a un hospital. Los médicos dijeron que Bailey habría muerto en un mes sin atención médica, según Sontag.
Mientras Bailey se recuperaba, él y Kemp llamaron a Michels desde el hospital, y quedó aclarado que los dos hombres no estaban relacionados. Sin embargo, la búsqueda por la familia de Bailey continuó.
Mientras se recuperaba, Bailey empezó a recordar nombres y familiares, y dónde vivían. Kemp contactó a su ex esposa, quien le dijo a sus hijas que habían encontrado a su padre.
Bailey ha padecido durante décadas un desorden bipolar y abuso de sustancias, dijo su hija de 38 años, Heather Atkinson, de Bradenton, Florida. Agregó que su padre había creado un negocio exitoso de jardinería y tenía una casa, pero perdió ambos por el alcoholismo, lo que provocó que ella y su hermana se alejaran de él.
Cuando supo que lo habían encontrado, "pensé que quizá podría inscribirlo en algún programa contra adicciones cuando saliera del hospital", dijo Atkinson, madre de tres hijas adolescentes.
La otra hija de Bailey, Brenda LaFlamme, habitante del área de Orlando, Florida, llegó a Slidell el 11 de septiembre, el día que Bailey fue dado de alta del hospital. Ella inscribió a Bailey en un asilo.
Atkinson dijo que su padre le contó que se había fracturado el cráneo cuando un par de hombres lo golpearon en Nueva Orleáns alrededor de un mes antes de la inundación. Fue atendido en urgencias, pero después dejó de ser atendido y la herida se infectó, dijo.
Atkinson dijo que habla a diario con Bailey, y que ha mostrado mejoría.
"De pronto, estaba lúcido totalmente. Me dijo, 'me da mucho gusto oírte'. Y luego me dijo 'te quiero'''.
Luego de tantos años, eso fue sobrecogedor.
En cuanto a Michels, sigue con la esperanza de que su hermano siga vivo, y dijo que estaba muy emocionado de que el hombre en la fotografía se reuniera con su familia.
Debbie Kemp, voluntaria de la Cruz Roja con un programa llamado Safe and Well, dedicado a ayudar a encontrar personas con problemas médicos o mentales, se hizo cargo de la búsqueda. Kemp, de Ann Arbor, Michigan, llamó al número que Bailey había dado en el albergue y le respondió Johnny Sontag, de Slidell, quien le da alimento a Bailey a cambio de trabajo en su jardín, y le permite quedarse en el remolque que tiene.
"Es mi amigo, por lo que siempre intento cuidarlo", dijo Sontag, quien conoce a Bailey desde hace unos siete u ocho años. Describió a Bailey com un hombre maravilloso que hablaba de su familia frecuentemente, y una vez explicó por qué no se había comido lo que le había dado Sontag: "Ah, la regalé. El tenía más hambre que yo".
Sin embargo, como muchas otras veces, Bailey no estaba en el remolque. Sontag dijo que desaparecía tan seguido que tenía un vecino que le llamaba cuando Bailey volvía.
Sontag no sabía qué hacer. No podía pagar la medicina. Llamó a Kemp, quien le dijo que lo llevara a emergencias a un hospital. Los médicos dijeron que Bailey habría muerto en un mes sin atención médica, según Sontag.
Mientras Bailey se recuperaba, él y Kemp llamaron a Michels desde el hospital, y quedó aclarado que los dos hombres no estaban relacionados. Sin embargo, la búsqueda por la familia de Bailey continuó.
Mientras se recuperaba, Bailey empezó a recordar nombres y familiares, y dónde vivían. Kemp contactó a su ex esposa, quien le dijo a sus hijas que habían encontrado a su padre.
Bailey ha padecido durante décadas un desorden bipolar y abuso de sustancias, dijo su hija de 38 años, Heather Atkinson, de Bradenton, Florida. Agregó que su padre había creado un negocio exitoso de jardinería y tenía una casa, pero perdió ambos por el alcoholismo, lo que provocó que ella y su hermana se alejaran de él.
Cuando supo que lo habían encontrado, "pensé que quizá podría inscribirlo en algún programa contra adicciones cuando saliera del hospital", dijo Atkinson, madre de tres hijas adolescentes.
La otra hija de Bailey, Brenda LaFlamme, habitante del área de Orlando, Florida, llegó a Slidell el 11 de septiembre, el día que Bailey fue dado de alta del hospital. Ella inscribió a Bailey en un asilo.
Atkinson dijo que su padre le contó que se había fracturado el cráneo cuando un par de hombres lo golpearon en Nueva Orleáns alrededor de un mes antes de la inundación. Fue atendido en urgencias, pero después dejó de ser atendido y la herida se infectó, dijo.
Atkinson dijo que habla a diario con Bailey, y que ha mostrado mejoría.
"De pronto, estaba lúcido totalmente. Me dijo, 'me da mucho gusto oírte'. Y luego me dijo 'te quiero'''.
Luego de tantos años, eso fue sobrecogedor.
En cuanto a Michels, sigue con la esperanza de que su hermano siga vivo, y dijo que estaba muy emocionado de que el hombre en la fotografía se reuniera con su familia.
Brenda LaFlamme y la voluntaria Deborah Kemp. |