CIUDAD DE MÉXICO, 28 octubre 2012 (El Universal).- En la cárcel se paga por todo: agua, luz, comida, uso de teléfonos públicos, salir de la celda. “Los presos tienen que pagar por todo, hasta para que los lleven a los juzgados. Es un ‘hotel’ muy caro”, dicen los familiares.
El sistema penitenciario del Distrito Federal tiene bajo resguardo a 40 mil 700 internos a quienes sus amigos y parientes les llevan de 100 a 500 pesos por semana para que puedan pagar por todos esos servicios, según testimonios recogidos por EL UNIVERSAL afuera de los penales.
“Aquí das la primera propina para que te dejen hacer fila, eso te cuesta 10 pesos, si no te quieres formar tienes que dar 120 pesos, 10 por si traes algo de comida que supuestamente no está permitido pasar, y otros 10 si llevas alguna prenda que no pasa la revisión. Todos te piden para su café: el que te pone los sellos para entrar, el que te abre la reja, o el que te ayuda a buscar a tu familiar en el patio de la cárcel”, comenta Leticia, habitante de Iztapalapa, quien tiene tres meses acudiendo a ver a su familiar al Reclusorio Oriente.
En el reglamento de Reclusorios del Distrito Federal se indican las restricciones sobre el tipo de ropa que deben usar los visitantes y los alimentos que no pueden pasar por cuestiones de seguridad. “Podemos pasar casi todo pero con dinero”, asegura la esposa de otro reo.
Luis González Placencia, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), considera que los familiares de los presos también sufren un castigo durante el tiempo que tienen que acudir a los reclusorios.
Servicios caros
Desde las tres de la mañana hay personas formadas en los penales varoniles, donde sobre todo mujeres, buscan ser las primeras en entrar a ver sus internos, casi todos de recién ingreso.
Leticia le lleva 300 pesos a su familiar “para que subsista tres o cuatro días”. Ese dinero se va en el área de Observación y Clasificación, donde están los “nuevos”, quienes se ven obligados a pagar a los custodios, unos cinco pesos, cada vez que quieren salir a ver a su visita o a hablar por teléfono.
“Si salen a juzgado hay que darle 15 pesos a los custodios, el pase de lista son cinco pesos tres veces al día, 50 pesos si quieren tener luz, eso lo pagan entre todos los de la celda, y por no hacer la fajina (quehacer de la estancia) son 50 pesos. Esos son los costos por estar en COC”.
Los reclusorios Oriente y Norte, dos de los los más sobrepoblados del DF, reciben entre sábado y domingo, que son días de visita, entre 10 mil y 12 mil personas.
El pase de lista es uno de los cobros más añejos dentro del sistema penitenciario. El pago se tiene que hacer al personal de guardia y custodia que se encarga de esa tarea, misma que se realiza tres veces al día.
Sin embargo, no son los celadores quienes recogen el dinero, sino internos que tienen bajo sus órdenes. “El no pagarlo conlleva golpizas, abusos y el tener que ser esclavo de otro reo que pagará el pase de lista a cambio”, refieren internos consultados.
Difícil acceso
Cargadas de sendas bolsas repletas de comida, ropa, cobijas y productos de limpieza personal, decenas de mujeres llegan los días de visita a los reclusorios capitalinos.
Mariana, quien fue a ver a su esposo, llegó a formarse desde las tres de la mañana sin importar sus siete meses de embarazo y el llevar colgado en un canguro a otro bebé de apenas un año de edad, y en la otra mano una bolsa con comida.
Hace dos meses y medio su esposo fue detenido, acusado de extorsión. La última vez que fue de visita le impidieron el ingreso a la cárcel por su avanzado estado de gestación. Molesta pero paciente, rogó para que alguien se apiadara de ella y le permitiera entrar a ver a su esposo, a pesar de que ya eran las 11 de la mañana.
“Él me dice que no traiga al niño, que puede hacerme daño, pero como no, si es su hijo”.
Cada vez que va a visitar a su pareja, invierte entre 300 y 400 pesos en pasajes, comida y propinas, “en ocasiones ni siquiera me alcanza para dejarle algo de dinero a mi esposo”.
Los días de visita, los alrededores de los reclusorios se convierten en un tianguis. Muchos de los puestos improvisados venden tarjetas telefónicas, cajetillas de cigarro pirata, ropa beige (el color del que tienen que vestir los reos), guardan objetos con los que no se permite el ingreso, rentan ropa, zápatos y ofrecen servicios sanitarios .
Frente al Centro Femenil de Readaptación Social Santa Martha Acatitla, un negocio dentro de una camioneta, conocido como La Combi, alquila cada prenda de ropa por 15 pesos, o un par de zapatos en 10. Sus clientes son los familiares de los internos que no cumplen con los requisitos para ingresar, como el llevar ropa negra que es exclusiva para los custodios.
Ese día, doña Paula se levantó a las cinco de la mañana para guisar, tomar el camión desde los Reyes, La Paz, y hacer la fila en el Reclusorio Oriente, para ver a su hijo de 23 años, quien dice: “se peleó con un fulano y él lo acusó de robo”. Ella le deja cada semana entre 100 y 150 pesos.
Desde Ecatepec, don José viaja durante dos horas para reunirse con su hijo una o dos veces por semana, y darle ente 150 a 200 pesos.
En la cárcel femenil está la hija de Teresa, ella es la única que la visita pues su yerno tiene que trabajar para mandarle dinero, “unos 200 pesos por semana y una tarjeta telefónica de 100, para que hable con sus hijas de 8, 6 y 4 años”. Ella le lleva comida para que los días de visita, no tenga que comer rancho.
Las tarifas
* Playera de interno: 35 pesos
* Pantalón sencillo: 50 pesos
* Pants: 100 pesos
* Alquiler de prenda: 15 pesos
* Guarda de objetos: 10 pesos
* Uso de mesa y silla en área de visita en reclusorio varonil: 35 pesos; en el femenil: 50 pesos
* Cubeta de agua: 5 pesos
* Pase de lista: 15 pesos
* Salir de estancia: 5 pesos
* Ir a juzgado: 15 pesos
* No hacer limpieza de la celda: 50 pesos