lunes, 5 de agosto de 2019

Ver porno caliente el planeta

BARCELONA, 5 agosto 2019 (Vanguardia).- El uso masivo de la tecnología digital tiene una cara oculta: su elevado impacto ambiental. Los modernos dispositivos para conectarse a la red (teléfonos inteligentes, tabletas…) aportan el 4% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (más que el transporte aéreo). Su contribución a la crisis climática no es, pues, desdeñable.

Imagen: Maxim
Dentro de este ámbito, los vídeos por internet absorben buena parte del consumo energético de la tecnología digital, debido a los requerimientos que se derivan de la alta definición. En concreto, la reproducción de vídeos pornográficos, alojados en las diversas plataformas (Pornhub, YouPorn, XVideo…), generó el año pasado 80 millones de toneladas de CO2 en todo el mundo. Esta cifra equivale a las emisiones producidas por las grandes empresas productoras de energía en España o algo menos de las del sector del transporte en España (88 millones).


Todos estos datos se incluyen en el estudio Climate crisis: The unsustainable use of online video, realizado por investigadores del The Shift Project para descubrir el impacto ambiental del consumo de vídeos por internet durante el 2018.

El informe muestra que el 80% del flujo de datos de la tecnología digital se corresponde al consumo de vídeos (películas y series, contenidos para adultos y otros, incluyendo las retransmisiones en directo o streaming así como videollamadas…), mientras que el 20% restante engloba las páginas web, el correo electrónico o la mensajería instantánea. Sus conclusiones indican que los vídeos en línea o online generan 306 millones de toneladas de CO2, una cantidad equivalente al 20% del total de las emisiones de gases invernadero de la tecnología digital y que representan el 1% del total mundial (una cifra equiparable a las emisiones de toda España).

La reproducción de contenidos de webs como Pornhub genera 80 millones de toneladas al año de CO2

La modalidad de los vídeos online se compone de cuatro tipos principales de contenidos: los vídeos bajo demanda alojados en las plataformas de retransmisión de contenidos como Netflix, Amazon y demás (34% del total), los vídeos de contenido pornográfico (27%), los tubes o vídeos alojados en páginas como YouTube (21%) y los vídeos publicados en redes sociales (18%). La categoría de vídeos de contenido pornográfico aporta el 16% del flujo total de datos y genera el 5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero debidas a la tecnología digital.


El informe también destaca que el uso de los vídeos online tiene un alto coste material y energético (y, por consiguiente, un impacto climático), aunque aparentemente los usuarios son ajenos a estos efectos. Su utilización lleva aparejado un alto consumo de energía. “Los vídeos online están almacenados en bases de datos y son transferidos a nuestros dispositivos eléctricos (ordenadores, teléfonos inteligentes, televisores con conexión a internet...) a través de redes (cables, fibra óptica, módems, antenas de red móvil...)”, recalca el informe. “Todos estos procesos requieren electricidad, cuya producción consume recursos y, por lo general, implica emisiones de CO2”.

La tecnología digital produce ahora un 4% del total de las emisiones de gases, pero los expertos consideran muy preocupante que su crecimiento vaya a continuar de manera muy relevante en el futuro. Esto llevaría a que se duplicase el porcentaje de emisiones en el 2025, con relación al 2018. Se alcanzaría así la misma cantidad de emisiones que producen ahora los automóviles (un 8% del total mundial). De hecho, su evolución al alza es imparable. Ahora, el consumo de energía relacionado con las tecnologías digitales, y sobre todo con los vídeos en línea, crece a un ritmo del 9% al año. Este escenario inquieta a los autores del informe porque el previsible aumento de las emisiones de gases invernadero va en contra de los objetivos establecidos en el acuerdo de París.


Sociedad digital o cómo racionalizar el consumo

El avance de las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas al consumo de vídeos online puede reducirse con lo que Maxime Efoui-Hess, autor del informe, llama “sobriedad digital”. Es decir, utilizar los dispositivos eléctricos con criterios de prioridad, de manera racional, para ajustarse a las limitaciones biofísicas del planeta. Ahora bien, la tendencia al diseño atractivo de las plataformas de vídeos, cuyo objetivo es lograr el máximo consumo, entra en contradicción y se muestra incompatible con la idea de sobriedad digital. Todo es más inmediato, rutinario, automático. “Si queremos modificar nuestro comportamiento debemos preguntarnos: ¿estoy viendo un vídeo porque quiero o porque la plataforma quiere?”, propone Efoui-Hess. A su juicio, reducir el consumo y la definición de los vídeos, así como priorizar los usos de la tecnología, es clave para reducir el impacto ambiental.