LONDRES, 22 enero 2009 (AFP).- Después de la alimentación, los cosméticos, la ropa de calle y tantos otros sectores, la moda "bio" llega ahora a la lencería, que propone bragas y sujetadores ecológicos, lo que no les impide ser sexis.
"¿Si no sabes lo que hay en tus bragas, debes utilizarlas?", planteaba un fabricante en una película proyectada en el salón internacional de la lencería, que cerró sus puertas el miércoles en París.
La marca inglesa Eco-Boudoir quería con este mensaje llamar la atención sobre una industria que sigue siendo sumamente contaminante. La firma argumenta las consecuencias ecológicas nefastas de la fabricación de lencería en términos de emisiones de gas carbónico, de consumo de agua y de utilización de pesticidas en las cosechas de algodón.
La lencería y el "loungewear" (las prendas para llevar en casa) incorporan cada vez más la preocupación ecológica. Pero, en vez del tono descuidado que prevalecía en los años 70, hoy se asume la sofisticación, con acabados delicados y forma sexy.
"Hoy, se puede ser verde y glamour", afirma Karine Lebreton, del gabinete de estilo Promostyl.
Es en todo caso el credo con el que se presenta Eco-Boudoir: "Quisimos crear una colección de lencería completamente natural, totalmente ecológica, que sea sana, bella y sexy, y que desmienta todos los prejuicios sobre el desarrollo sostenible, sostiene su fundadora, Jenny White.
La marca propone bragas, sujetadores y delicadas combinaciones que no se diferencian a primera vista de los otros modelos expuestos en el salón. La diferencia está en su composición: solamente seda, algodón "bio", fibra de bambú o de madera.
Las prendas son fabricadas en Gran Bretaña para evitar la contaminación del transporte, y los estampados se realizan con un procedimiento que utiliza menos agua que los métodos tradicionales.
Por su parte, Jina Luciani, que creó la marca Occidente hace siete meses, propone prendas de algodón biológico procedentes del comercio justo y coloreadas con tintes respetuosos del medio ambiente.
La pequeña firma fabrica conjuntos de ropa interior bordados de encaje, leggings y pijamas de colores suaves y con botones de madera reciclada.
Una moda "más graciosa que sexy", dice Jina Lucianim, cuya prioridad es "que sean cómodas.
Las prendas son "fabricadas en Túnez por una empresa familiar y en conformidad con una carta ética".
La lencería ecológica "es un mercado prometedor, que va a ampliarse", pronostica Florence Peyrichou, de Promostyl. "Después de años de desborde de adornos excesivos, de extravagancia, de exageración, se tiene ganas de volver a cosas más suaves y más naturales", dice.