MÉXICO, 12 enero 2009 (EFE).- Las tradicionales cantinas mexicanas, esos bares con puertas batientes que en ocasiones prohibían la entrada a las mujeres, han caído en decadencia en los últimos años, lo que motivó a las autoridades de la ciudad de México a organizar recorridos turísticos para revitalizarlas y evitar su cierre.
La Secretaría de Turismo del gobierno del Distrito Federal encabeza el esfuerzo millonario para que una de las “esencias” mexicanas sobreviva y los ciudadanos vuelvan a frecuentar las cantinas como lo hacían antes.
El 2 de enero de 2008 cerró El Nivel, la más antigua del país, fundada en 1855 y poseedora de la primera licencia de operación para un establecimiento de ese tipo, expedida en 1872. Entre sus parroquianos tuvo a 30 presidentes, desde Sebastián Lerdo de Tejada hasta Ernesto Zedillo, así como numerosos artistas como Diego Rivera, y líderes políticos como Fidel Castro y Ernesto Che Guevara.
Pero no es la única; otras míticas como La Parroquia, El Cabaret Bombay o La Valenciana, situadas también en el Centro Histórico, han cerrado definitivamente sus puertas.
En toda la ciudad se calcula que hay unas mil 250 cantinas, frente a las 3 mil que había a principios de la década pasada, y en el Centro sólo sobreviven 65 de casi 200 que había también a principios de los 90.
Los turistas extranjeros sí acuden a algunas, como El Salón Corona, pero se quejan de la falta de vida nocturna en la zona, ya que las cantinas cierran a las 11 de la noche.
Otra explicación de la lenta agonía de estos establecimientos es que los clientes “de toda la vida” se han ido muriendo “y los nietos ni de chiste vienen para acá”, según Ibarlucea.
“La idea de este recorrido es recuperar el Centro, que los jóvenes vengan a las cantinas, a la diversión y lo noctámbulo sea el punto de entrada a la cultura”
Uno de los lugares que se visita es La Faena, fundada en 1954 como lugar de reunión de la Asociación Mexicana de Novilleros, por lo cual es casi un museo de la tauromaquia. En su día, se cuenta, la gente hacían filas “de kilómetros” para poder entrar en este local, pero en la década de los 80 entró en decadencia, por lo que los propios trabajadores del lugar establecieron una cooperativa para solventar los problemas económicos.
Los fines de semana alquilan el local para conciertos de música electrónica y raves, y en una ocasión uno de los DJ no se presentó, provocando el enojo del público, que destrozó el bar, las pinturas y murales históricos, y lanzó cervezas a los cuadros.
Otras cantinas se están reconvirtiendo en restaurantes de tipo familiar para sobrevivir, como el bar Nuevo León, conocido como la quinta sala por estar junto a la Suprema Corte de Justicia. Feliciano Martínez, cantinero del Nuevo León, explicó que lo tradicional de un establecimiento de este tipo son las partidas de dominó y las botanas.
Otra famosa cantina es La Ópera, legendaria por presumir un impacto de bala de Pancho Villa, cuando desayunó allí una vez.
El Salón España, habitual en estos recorridos turísticos, sobrevive como bar especializado en tequila, con más de 227 marcas en su carta, y con menús económicos para los trabajadores de la zona.
Contrario a lo que se podría creer, la actual crisis económica mundial no debería ser un problema para las cantinas, sino una oportunidad para su desarrollo, opinó Ibarlucea.
“La gente vendrá más a olvidarse de sus problemas a través del alcohol. La Crisis va a salvar a las Cantinas". concluyó, bromeando.