SIDNEY, 29 marzo 2009 (AP).- En medio de un tono de fiesta y júbilo, los australianos se lanzaron el domingo a matar miles de sapos venenosos en una campaña nacional contra los odiados anfibios, que al final tuvieron cierta utilidad de todas maneras: sus restos fueron convertidos en fertilizante para los agricultores.
Centenares de participantes en cinco comunidades en todo el norte del estado de Queensland celebraron comiendo salchichas, bebieron y realizaron competencias con premios mientras los sapos eran pesados, medidos y exterminados en medio del inicio de la celebración "Eliminación de sapos".
Los sapos, que crecen hasta 20 centímetros de largo, fueron importados de Sudamérica a Queensland en 1935 en un intento fallido por eliminar los escarabajos que perjudicaban los cultivos de caña de azúcar, al vivir entre las cañas.
Los sapos se multiplicaron rápidamente y su población llegó a millones, amenazando ahora a muchas otras especies nativas de Australia.
Los anfibios diseminaban enfermedades como salmonela y producían una gran concentración de veneno glandular en la piel que podía matar a otros animales depredadores.
Asimismo son voraces, capaces de alimentarse de insectos, ranas, pequeños reptiles e incluso aves y mamíferos. Los sapos de la caña de azúcar son perjudiciales para los humanos sólo si se ingiere su veneno.
El sábado por la noche, los participantes en la eliminación de los anfibios se protegieron por la obscuridad para atraparlos. Según las normas, deben ser capturados vivos y sin daño.
El domingo fueron llevados a lugares designados desde donde fueron recolectados por las autoridades. Allí fueron examinados por expertos a fin de garantizar que no se trataba de sapos inofensivos.
A continuación fueron eliminados, ya sea mediante congelamiento o puestos en bolsas con dióxido de carbono. En algunos casos los restos serán enterrados como fertilizante en las plantaciones de caña de azúcar.
La Sociedad Real de Prevención de Crueldad hacia los Animales aplaudió el esfuerzo, siempre y cuando los sapos fueran exterminados sin sufrir.
En el pueblo de Townsville, unas 400 personas capturaron 3.600 sapos, dijo Andrew Hannay, coordinador de control ambiental del concejo municipal.