LONDRES, 11 marzo 2009 (EFE).- Una donación siempre es un acto de amor al prójimo, pero en el caso de Peter Winters, un británico de 56 años, ha sido también el paso que le ha permitido encontrar el amor, con Pat, la mujer con la que se casó tras donarle un riñón.
Los protagonistas de esta historia cuentan al diario "The Sun" que nunca pensaron en que llegarían a ser marido y mujer, pese a conocerse desde niños y a que durante años estuvieron en contacto -ya que Peter fue el asesor financiero del ex marido de Pat-.
Aquejada de riñones poliquísticos -enfermedad hereditaria que reduce sustancialmente la esperanza de vida-, Pat (51 años) se divorció de su marido en 2000 y a partir de ese momento empezó a mantener más contacto con Peter, que también acababa de divorciarse.
"Manteníamos contacto desde hacía 15 años, pero sólo por cuestiones profesionales (...). Ambos nos estábamos divorciando y nos ayudó compartir nuestras experiencias", explica ella.
Descubrieron a partir de ese momento que se habían criado en el mismo barrio de Oxford (sur de Inglaterra), que habían ido a la misma escuela y que sus madres se habían conocido: "nuestros caminos se habían cruzado tantas veces, que se hacía raro que estuviéramos empezando a conocernos después de tanto tiempo", dice Pat.
Un año después de los divorcios, Peter invitó a Pat a mudarse a Tenerife (islas Canarias) donde regentaba un bar y ella aceptó.
Seguían siendo sólo amigos, precisa Pat, que al poco de llegar a Tenerife escuchó la primera oferta de Peter para donarle uno de sus riñones: "yo me reí y le dije que, aunque era un ofrecimiento maravilloso por su parte, no tenía que ser tan ridículo".
En 2004, la salud de Pat se deterioró seriamente y los médicos le advirtieron de que su vida corría serio peligro si no encontraba rápidamente un donante.
"A partir de ese momento, Peter fue inflexible con su oferta, así que yo acepté que se hiciera pruebas para saber si éramos compatibles (...). Los médicos nos avisaron de que las posibilidades eran escasas, así que cuando supe que Pete era compatible grité de alegría y le abracé con todas mis fuerzas", relata Pat.
Fue en ese momento, añade, cuando se dio cuenta de que "si alguien estaba dispuesto a hacer un sacrificio así por mi, era estúpido no aceptarlo".
La operación se llevó a cabo en un hospital del Reino Unido y ambos compartieron el duro postoperatorio juntos, en unos meses en los que se cuidaron el uno al otro y se hicieron inseparables.
"En el año posterior a la operación, lo único en lo que podía pensar era en que este hombre increíble había arriesgado su vida para salvar la mía. Me di cuenta de que estaba loca por él", dice.
Peter asegura que antes de donarle un riñón nunca pensó que se iban a enamorar y a casarse, en una ceremonia que se celebró el pasado 5 de noviembre en su Oxford natal.
"Aunque la operación fue dolorosa, no me arrepiento por nada del mundo. Todo ha merecido la pena, porque no sólo he salvado una vida, sino que tengo una esposa preciosa", afirma.