LA PLATA, 24 abril 2009 (El Clarín).- El chofer del taxi que encontró la mochila con el dinero no dudó en devolverla. No recibió nada pero festejó con helado junto a su familia.
“Es increíble cómo te puede cambiar la vida en un segundo”, reflexionó el taxista Santiago Gori, de 49 años, después de devolverle a un pasajero un bolso con 130 mil pesos que había quedado olvidado en su auto.
“Honestamente, no devolví el dinero pensando en la recompensa”, admitió el taxista, quien, de hecho, no recibió hasta el momento ningún reconocimiento por su actitud.
El episodio ocurrió el miércoles pasado en la ciudad bonaerense de La Plata, donde Gori hacía su recorrida diaria. Cerca de las nueve de la noche, un matrimonio tomó el taxi en la intersección de las calles 7 y 49. El hombre le pidió que los llevara hasta 48 y 3. “Pegué otro viaje malo”, pensó el chofer en ese momento según comentó al diario platense Hoy.
Tras dejar a la pareja en el destino, de inmediato, Gori levantó a otro pasajero. Al subir, el hombre encontró en el asiento trasero la mochila con el dinero y se la entregó al taxista. Cuando Gori la abrió, vio el dinero, el nombre de su dueño –Carlos Pedro Tuniriello, oriundo del barrio platense de Los Hornos– y una dirección de la zona.
“Esto no es mío”, dijo el conductor en voz alta y fue derecho, y sin dudarlo ni un segundo, a devolver el bolso. Primero hizo una parada en su casa, se sentó tranquilo, tomó la guía telefónica y comenzó la búsqueda. Al cabo de una larga cadena de llamados, dio con el número correcto.
Un primo de Tuniriello lo atendió en la dirección apuntada y le informó que el hombre, un gestor de 77 años, estaba haciendo la denuncia en la comisaría 1ª de La Plata, donde finalmente Santiago Gori pudo entregar la suma olvidada. “Lo primero que sentí fue mucho miedo”, admitió, a partir de desconocer el origen del dinero. “Uno nunca sabe de dónde puede salir la plata”, dijo.
Aunque el taxista aseguró no haber dudado en ningún momento acerca de la devolución del dinero, sí confesó cuáles fueron sus pensamientos mientras se encaminaba al departamento policial: pensó en su casa a medio terminar, en el crédito que le resta pagarle al banco para completar la licencia del taxi, en su esposa desde hace 27 años y sus hijos de 27 y 22.
Sin embargo, cuando Gori volvió a su casa compró, con su propio dinero porque el gestor no le dio ni siquiera las gracias, un kilo de helado para toda la familia y se dijo en voz baja: “Soy un agradecido por lo que tengo”.