WASHINGTON, 25 junio 2009 (EFE).- Astrónomos de la NASA y del Observatorio Europeo Austral (ESO), en Chile, anunciaron que descifraron el misterio sobre la primera fuente de extraños haces de luz percibidos por los astronautas de las misiones Apolo hace más de 40 años.
Al rendir los informes sobre sus experiencias en el espacio, los astronautas señalaron que podían ver los destellos de luz aun cuando mantuvieran los ojos cerrados.
En un informe divulgado hoy por la revista Science, los astrónomos del observatorio espacial Chandra de Rayos X y del Gran Telescopio de ESO explicaron que la fuente de esos haces de luz es la energía que desaparece en la explosión de una estrella y la que impulsa la aceleración de partículas en el universo.
Los estudios posteriores que se realizaron tras el informe de los astronautas revelaron que se trataba de rayos cósmicos, partículas cargadas que bombardean la atmósfera y que al llegar a la superficie terrestre conservan suficiente energía como para alterar el funcionamiento de componentes electrónicos.
De acuerdo con esas investigaciones, las partículas son protones que se desplazan casi a la velocidad de la luz desde puntos que están más allá de la Vía Láctea.
"Cuando explota una estrella y se convierte en lo que se conoce como una supernova, gran parte de la energía de esa explosión acelera algunas partículas a niveles extremadamente altos de energía", explicó Eveline Helder, del Instituto Astronómico de la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos.
"La energía usada para la aceleración de las partículas proviene de la temperatura del gas que, por lo tanto, es mucho más baja que lo que vaticinaba la teoría", indicó.
En su estudio, los científicos analizaron los restos de una estrella que explotó en 185 D.C., según los registros de astrónomos chinos.
Esos restos de una estrella identificada como RCW86 se encuentran a unos 8.200 años luz de la Tierra, en la constelación de Circinus.
Mediante las observaciones del Gran Telescopio de ESO, los científicos midieron la temperatura del gas creado por la explosión estelar.
También establecieron la velocidad de la onda de choque mediante imágenes en rayos X proporcionadas por el observatorio Chandra con una separación de tres años entre una y otra.
Con esos datos, los astrónomos determinaron que las partículas se desplazaban a una velocidad de entre 10 millones y 30 millones de kilómetros por hora, es decir entre 1 y 3 por ciento la velocidad de la luz.
Pero también establecieron que la temperatura era de 30 millones de grados centígrados, mucho más baja de lo que se esperaba si se considera la velocidad de la onda de choque.
La onda debió haber aumentado la temperatura a al menos 500 millones de grados y "es esa energía que falta la que acelera los rayos cósmicos", manifestó Jacco Vink, otro de los científicos del Instituto Astronómico de Utrecht que participó en el estudio.
"Se puede decir que finalmente hemos confirmado el calibre del arma usada para acelerar los rayos cósmicos", agregó.