NUEVA YORK, 8 junio 2009 (AP).- Cuando un niño de 11 años, sentado en una tribuna con sus compañeros de equipo de béisbol, se tomó la cabeza, gritó de dolor y echó a llorar, sus padres pensaron que lo había alcanzado un pelotazo. Horas después, se enteraron de que fue una bala.
El niño, Devante Kelly, se encontraba estable el lunes en el hospital de la universidad de Brookdale. Los médicos retiraron la bala, alojada entre la piel y el cráneo y el pronóstico era bueno, dijo la familia.
"Gracias a Dios que está bien. Tiene un ángel", dijo la madre, Angela Walters, a la prensa.
Kelly estaba en la tribuna atestada de jugadores en un campo cerca de Starrett City, un conjunto de apartamentos en el vecindario neoyorquino de Jamaica Bay, Brooklyn. Los chicos esperaban que les tomaran la foto del equipo a punto de iniciar la liga de verano. Entonces, gritó de dolor.
"Estuvimos en la guardia (del hospital) dos, tres horas y pensamos que lo golpeó una pelota de béisbol", dijo la madre. "Cuando la doctora fue a cerrarle la herida, vio algo... Le hicieron una tomografía y apareció una bala en la cabeza".
No hubo denuncias de disparos y los investigadores no tenían sospechosos. La policía investigaba un posible disparo desde lejos que habría rebotado en la tribuna.