viernes, 14 de mayo de 2010

Se suicida tras 200 entrevistas de trabajo

LONDRES, 13 mayo 2010 (EFE).- Una joven inglesa de 21 años intentó trabajar como camarera, dependienta o incluso en el McDonalds, pero no tuvo suerte. Tras 200 intentos decidió poner fin a la búsqueda.

La crisis económica se ha cobrado una nueva víctima. Su nombre era Vicky Harrison, una joven inglesa de 21 años que lo tenía casi todo en la vida - salud, una familia a su alrededor y un novio que la quería- pero que le faltaba el modo con el que ganarse la vida.

En su búsqueda por encontrar un empleo, Vicky se presentó a cualquier tipo de oferta laboral. Tenía un buen currículum, era trabajadora e inteligente, y pensó que con eso bastaría, pero no fue así.

Sus primeros intentos los dirigió a trabajar en una escuela como profesora o asistente. No hubo suerte. Rebajó sus expectativas y comenzó a presentarse a cualquier oferta de empleo ya fuera como camarera, reponedora de estanterías en un supermercado, dependienta o incluso en el McDonalds. Pero la puerta volvía a cerrarse en sus narices.

Louise, la madre de la chica –una mujer de de 43 años- narra que “Vicky era una niña brillante e inteligente que se deprimió al no poder encontrar trabajo. Estar en el paro durante tanto tiempo le parecía humillante y no pudo aguantar más”, reportó en sus páginas el Daily Mail. “Por favor, no se queden tristes. No es culpa de ustedes. Quiero que todo el mundo sea FELIZ”, pedía Vicky en otra carta póstuma que escribió para sus padres.

“Llegó a sufrir tantos rechazos que su confianza quedó afectada (…) Se sentía humillada por no encontrar trabajo. Sentía que no tenía futuro”, describió su padre. Ahora, su familia se propone crear una fundación con su nombre para apoyar a jóvenes desempleados que se encuentren en la misma situación, para enseñarles cómo enfrentar el mercado laboral. “Un sitio donde las personas pueda hablar y entender que esto no es el fin del mundo”, explican los progenitores de la jovencita fallecida. De esta forma, sus padres buscan encontrar alivio en medio de su terrible pérdida: “Para algo tiene que servir de la muerte de Vicky”, señalan.

En total, fue rechazada en más de 200 ocasiones. Pero la gota que colmó el vaso de su paciencia fue la carta procedente de una guardería donde, una vez más, se le decía que no era apta para ese trabajo. No pudo más, y Vicky recurrió a un frasco de pastillas. Antes de suicidarse dejó escrita una carta dirigida a sus padres. "Ya no quiero seguir siendo yo", afirmó.