NUEVA YORK, 3 agosto 2010 (BBC).- ¿Qué le apetece hoy para comer? ¿Hormigas, arañas, cucarachas, un combinado de todos? En muchos países del mundo se comen insectos de forma habitual pero para los más occidentalizados la sola mención de esta práctica todavía genera miles de gestos de rechazo, caras de asco y un sinfín de escrúpulos.
Ahora Naciones Unidas está considerando seriamente recomendar la ingesta mundial de insectos por cuestiones relacionadas con el propio interés de la población mundial, más allá de criterios exclusivamente gastronómicos.
La producción y el consumo de carne requiere tanta tierra y produce tantos gases invernaderos que debemos buscar alternativas, como comer bichos.
Y se estima que más del 80% de la población del mundo incluye algún tipo de insecto en su dieta habitual.
El profesor Arnol van Huis, entomólogo de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos y consultor para la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas, (FAO por sus siglas en inglés) afirma que los beneficios medioambientales de comer insectos son numerosos.
"Los insectos son capaces de convertir la comida en proteína de forma mucho más efectiva que otros animales, porque son animales de sangre fría y no necesitan calentar su cuerpo".
"Producir un kilo de carne de vaca requiere 13 kilos de hierba o materia verde. Sin embargo un kilo de carne de un grillo, un escarabajo o una langosta simplemente necesita 1,5 o 2 kilos de forraje y produce una fracción de las emisiones de dióxido de carbono", explica.
Crisis de carne
Todo esto hay que ponerlo en el contexto de la crisis de carne en la que vivimos o viviremos en el mundo próximamente.
Se cree que la población mundial pasará de 6.000 a 9.000 millones de personas de aquí al 2050. Y es un hecho demostrado que a más desarrollo se consume más carne.
"Aplicar las matemáticas es sencillo. De media, en occidente, se consume 120 kilos de carne por persona. En China la media es de 80 kilos por cabeza, pero nos están alcanzando rápidamente", dice el investigador.
"Si cinco mil millones de personas comen 100 kilos de ternera o cerdo, necesitaremos cultivar una media de 6,5 billones de kilos de forraje al años".
"No hay suficiente espacio o nutrientes en la Tierra para soportar esto y eso supone que los más pobres simplemente se morirán de hambre".
"Lo bueno con los insectos es no sólo que requieren menos comida para ser criados, sino que no necesitas comer tanto para sobrevivir. Son una fuente extraordinaria de proteínas y vitaminas", añade.
En Tailandia ya existen 15.000 granjas de crianza de grillos domésticos para consumo humano.
En el sureste de África, la industria de las orugas de mopane está valorada en US$85 millones y es una fuente importante de proteínas para las poblaciones indígenas.
Menú de insectos
Entonces, ¿por qué no consumirlos? Al parecer, según afirma el profesor van Huis todos los impedimentos para que los insectos pasen a formar parte de los menús occidentales son puramente culturales: son todo prejuicios.
Una de las principales prejuicios que se argumentan es que los insectos no son sabrosos, "pero si se cocinan correctamente pueden ser deliciosos", afirma el investigador.
"No hay ninguna razón para no comerlos, en cuanto al sabor o nutricionalmente, no hay diferencia entre una comida de insectos, pájaros o mamíferos".
"Es cultural, cuando habló con muchas personas en África dicen que cuando llegaron los misioneros les dijeron que no debían comer insectos porque era bárbaro y primitivo. Y cuando la gente se traslada a la ciudad y adquiere un comportamiento más occidental abandonan esta práctica. Está realmente determinado por la cultura", concluye.
No se preocupen. Para vencer la aprensividad occidental y las reacciones de asco ante el pensamiento de un manjar de insectos la industria ya está estudiando extraer las proteínas de la carne de los bichos e introducirla en productos y texturas más acordes al gusto del paladar occidental.