viernes, 6 de mayo de 2011

Muere a los 110 años el último combatiente de la Primera Guerra Mundial

SIDNEY, 6 mayo 2011 (CNN).— El último sobreviviente conocido de los 70 millones de combatientes de la Primera Guerra Mundial, un marinero británico que fue testigo de la rendición de la flota alemana en 1918, murió este jueves a los 110 años.
Claude Choules, que nació en Pershore, en el oeste de Inglaterra, murió mientras dormía en un asilo de ancianos en la ciudad occidental de Perth, en Australia.
Con la muerte de Choules sólo queda como la única veterana de la Primera Guerra Mundial, Florence Green, también de 110 años, que sirvió en la Real Fuerza Aérea británica fuera de combate.
La Real Marina Australiana expresó sus condolencias este jueves mientras el capitán Brett Wolski, comandante del HMAS Stirling, dijo que todos los miembros de la Marina se habían visto afectados por el anuncio. “Nuestros pensamientos están con la familia de Claude Choules en este momento triste” agregó.
Choules se unió a la Royal Navy en 1916 e inició su servicio en el buque escuela de HMS Impregnable en Devenport. Mientras servía en el HMS Revenge el joven marinero vio la entrega de la flota alemana en el estuario del río de Forth, en Esocia. También estuvo presente en la destrucción de la flota alemana en Scapa Flow.
En 1926, después de emigrar a Australia, se trasladó a la marina de ese país, y se convirtió comandante en jefe en el lado occidental durante el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
A inicios de la guerra Claude fue trasladado a Esperance, en la costa sur occidental de Australia, para identificar una mina que apareció en la tierra. Después de darse cuenta que el arma era alemana, Claude fue el responsable de la eliminación de la primera mina que se encontró en el suelo australiano durante la Segunda Guerra Mundial.
Durante el periodo más bajo de la campaña de los aliados, Claude se hizo responsable de la destrucción de las instalaciones y depósitos de petróleo en el puerto de Fremantle, por la posibilidad de una invasión japonesa. En 1942, Claude fue el responsable de colocar cargas de profundidad en los buques que no pudieron zarpar en Fremantle, con la intención de hundir a los buques japoneses.
Después de la guerra Claude sirvió en la policía de los muelles de Australia hasta su jubilación en 1956. Casado durante 80 años con Ethel, una enfermera de niños escoceses que vivió hasta los 98 años de edad, tuvo tres hijos, 13 nietos, 26 bisnietos y tres tataranietos, de acuerdo con el Sydney Morning Herald.
Su hijo Adrián le dijo al rotativo que había recibido un gran número de llamadas telefónicas que le ofrecían las condolencias. Sin embargo agregó que quería celebrar la vida de su padre en lugar de llorar.
“Trataba a su familia muy, muy bien, por lo que todos lo cuidaron muy bien”, dijo Choules de su padre.
Choules agregó que su padre se negó a glorificar la guerra y los desfiles del Día de Anzac. El veterano de guerra se negó a dar entrevistas tras haber concluido los combates.

Foto: Claude Choules (Agencias).

Muere el último combatiente de la Primera Guerra Mundial


SIDNEY, 6 mayo 2011 (BBC).— Claude Choules, el último veterano de la Primera Guerra Mundial, falleció en Australia a los 110 años.
Para sus camaradas, fue siempre Chuckles, como quien dice "el risueño". El británico Claude Choules había ingresado a la Marina Real a los 15 años y se trasladó a Australia, en la década de los los 20, donde trabajó como militar hasta 1956.
Choules parece haber pasado por la vida dando grandes zancadas y adelantándose a los acontecimientos.
Aparte de sus 110 diez largos años de existencia, el último veterano de la primera Gran Guerra estuvo casado con la misma mujer por 76 años, Ethel, quien falleció hace tres.
Nacido en Pershore, Worcestershire, en el centro de Inglaterra, en marzo de 1901, Choules trató de alistarse en el ejército cuando estalló la Primera Guerra Mundial, en un intento por seguir a sus hermanos mayores, pero fue rechazado en razón de su edad.

Un pacifista de uniforme
En la Marina Real, sin embargo, mentir sobre su edad le rindió los frutos esperados y así fue como lo destinaron al acorazado HMS Revenge, en el que participó en acciones bélicas en el Mar del Norte, cuando tenía apenas 17 años.
Choules fue testigo de la rendición de la flota alemana en Firth of Forth (el estuario del río Forth, en Escocia) en 1918. Después, vio el hundimiento de la flota en Scapa Flow.
Choules dijo que recordaba la Primera Guerra Mundial como una vida "áspera", marcada por algunos momentos de peligro extremo.
Después de la guerra, trabajó en el mantenimiento de la paz en el Mar Negro y en 1926 fue destinado como instructor a un depósito naval cerca de Melbourne, en Australia.
Fue en la travesía por mar hacia ese país cuando conoció a quien sería su futura esposa.
Después de trasferirse a la Real Armada Australiana, Choules tuvo a su cargo una tarea ingrata durante la Segunda Guerra Mundial, la que quedó, afortunadamente, sin cumplir: como director jefe de demoliciones, Choules tenía la responsabilidad de destruir la bahía clave de Freemantle, cerca de Perth, si Japón invadía.
Tras terminar su servicio, Choules se integró a la Policía Naval de Aduanas.
No obstante, a pesar de su carrera profesional llena de uniformes, Choules se transformó en un activo pacifista.
Se sabe que no estaba de acuerdo con a celebración del Día de Anzac, la más importante ceremonia de conmemoración de carácter militar en Australia y rehusó a marchar en los desfiles anuales.
A los ochenta, comenzó un curso de escritura creativa y puso sus recuerdos en el papel para uso de su familia.
Estos forman la base de la autobiografía "El último de los últimos", que fue publicada en 2009.
Su hija, Daphne Edinger, de 84 años, le dijo a la agencia de noticias Associated Press: "todos lo amábamos. Va a ser muy triste no verlo más, pero así son las cosas".
Según el periodista de la BBC, Nick Bryan, uno de los últimos en entrevistarlo, el veterano militar había celebrado su centésimo cumpleaños ya ciego y completamente sordo.
Foto: Claude Choules (AFP).