TORONTO, 9 junio 2011 (EFE).- Tammy Marquardt pasó 14 años en la cárcel de mujeres de Grand Valley, en Kitchener, Ontario (Canadá), tras haber sido condenada a cadena perpetua por el asesinato de su hijo de dos años, Kenneth Wynne, en 1995. Salió en libertad bajo fianza hace unos dos años, pero el infierno de unir a la pérdida de un hijo la acusación de haber acabado ella misma con la vida del pequeño no había concluido aún.
Terminó este martes: El Tribunal de Apelación de Ontario ha decidido retirar los cargos y anular la condena contra Marquardt, al entender que la sentencia se basó en pruebas erróneas aportadas por el patólogo Charles Smith, un médico tristemente famoso en todo el país, y caído en desgracia tras haber sido despojado recientemente de su licencia por mala conducta profesional e incompetencia. Según el testimonio que aportó en su día Smith durante el juicio, Kenneth murió por sofocación, probablemente estrangulado o asfixiado. Las evidencias aportadas le valieron a la madre una condena de por vida por asesinato en segundo grado. Pruebas posteriores, sin embargo, apuntaron la posibilidad de que el fallecimiento del pequeño pudiera haberse debido a un ataque epiléptico.
La justicia comenzó finalmente a abrirse camino a principios de este año, cuando el Tribunal de Apelación afirmó que Marquardt podía haber sido víctima de un clamoroso error del sistema judicial, y ordenó un nuevo juicio. Expertos forenses examinaron posteriormente las conclusiones del doctor Smith, considerado hace años toda una superestrella de la patología pediátrica, y encontraron que sus informes eran "ilógicos y en absoluto científicos". Eran los mismos informes en los que se había basado el fiscal para afirmar que Marquardt había asfixiado a su hijo en un "momento de ira y frustración".
"Reconocemos que ésta ha sido una experiencia terrible para usted, y es trágico que haya sido necesario tanto tiempo para descubrir los fallos en los informes patológicos que llevaron a su condena en 1995", dijo a Marquardt el juez Marc Rosenberg este martes, tras anunciar la decisión de la Corte, que ha sido tomada por un equipo de tres magistrados.
Poco después, Marqardt, nacida en Scarborough, a las afueras de Toronto, y que tiene ahora 38 años de edad, salía de la sala del segundo piso del tribunal donde se había celebrado la vista. La esperaban algunas de las personas que la han estado apoyando a lo largo de todo el duro proceso, incluyendo su novio, Rick. Lo primero que hizo fue abrazar a su hija de cinco meses, y luego a su sobrina y a su abogado, James Lockyer. Luego, fuera ya del edificio, se dirigió a los periodistas: "La pesadilla ha terminado por fin, me estoy despertando", dijo.
Añadió que la experiencia de ver morir a su hijo y de tener que dar después en adopción a sus otros dos hijos menores, debido a los cargos criminales, fue "como si te arrancaran el corazón y luego alguien lo exprimiera delante de tu cara". "He sentido ira durante mucho tiempo, pero la ira no va a ayudarme", señaló.
De hecho, y según informaron los medios de comunicación locales, en su corta vida, Kenneth había sufrido de asma y neumonía, y había recibido tratamiento para las convulsiones hasta ocho veces.
No obstante, dos neurólogos que examinaron los registros médicos de forma independiente, señalaron también que el niño pudo haber fallecido por un caso de muerte súbita, y descartaron el ataque epiléptico.
Según el propio testimonio de la madre, ésta encontró al niño enredado en las sábanas de la cama y con evidentes problemas respiratorios. Entonces lo llevó inmediatamente al hospital, pero el pequeño murió tres días después.
De momento, el fiscal no ha indicado si tiene intención de apelar la resolución para que se celebre un nuevo juicio o no.
Los otros dos hijos de Marquardt, a quien ella llamó Keith, ahora de 16 años, y Eric, de 14, viven en algún lugar de Canadá, pero nunca han vuelto a tener contacto con la madre. Marquardt señaló que quiere inscribirse en un registro para que algún día puedan encontrarla si lo desean: "Si queréis formar parte de mi vida, mis brazos están abiertos", dijo.
"Nada va a poderme compensar por lo que hizo", dijo Marquardt a los periodistas. "No creo que haya modo alguno de vengarse por algo así. Él tendrá que vivir su propio infierno. Si acaso, le preguntaría qué pensó que estaba haciendo, quién se creía que era, y por qué hizo lo que hizo; por qué tenía que jugar a ser Dios", añadió.
Una investigación forense revisó 45 autopsias de niños en las que Smith llegó a la conclusión de que la causa de la muerte había sido homicidio criminal o sospechoso. El examen determinó que Smith hizo conclusiones cuestionables en 20 de estos casos, 13 de los cuales habían dado lugar a condenas penales.
Después de estos resultados, que se hicieron públicos en abril de 2007, el Gobierno de Ontario ordenó una investigación sobre las prácticas del médico. La investigación fue dirigida por el juez Stephen Goudge, finalizó en octubre de 2008, y concluyó que Smith había "engañado deliberadamente" a sus superiores, que había realizado "declaraciones falsas y engañosas" ante los tribunales, y que había "exagerado su experiencia en los ensayos".