La decisión del tribunal rechaza la demanda interpuesta por el abogado de este clérigo conocido como mulá Krekar, que en 2006 fue incluido en la lista de terroristas de la ONU. Según su letrado, alejar al clérigo de Oslo y reubicarlo en un centro para asilados de la localidad de Kyrksætertøra, junto al fiordo de Hemn, atentaba contra sus derechos humanos.
Precisamente por velar por su derechos humanos Noruega no puede deportarlo a Irak, su país de origen, donde se teme que pueda ser torturado e incluso por su vida. En una decisión novedosa -y no exenta de polémica- el Gobierno optó por alejarlo de la capital y evitar así que expanda su influencia entre musulmanes susceptibles de ser radicalizados.
El clérigo se jactaba en una entrevista en 2011, reproducida en varias webs islamistas, en "luchar contra Occidente desde mi apartamento de Oslo". "Continuaré apoyando la yihad y a los 'muyahidín' públicamente, hasta que nuestro califato vuelva y recupere el lugar que bien merece en la sociedad mundial", fue otra de sus declaraciones.
De padres kurdos, el mulá Krekar huyó del régimen de Sadam Hussein y recibió asilo en Noruega en 1991. Si bien dos años después regresó a Irak para fundar el grupo terrorista Ansar al Islam, próximo a Al Qaeda, y que actualmente lucha en Siria. El pasado 25 de enero salió de la prisión de Kongsvinger, donde cumplió dos de los cinco años de condena por incitación al terrorismo y amenazas de muerte contra varios cargos públicos, entre ellos la actual primera ministra noruega, Erna Solberg.
El Gobierno de Solberg, según una información no confirmada oficialmente que publica hoy el diario 'Aftenposten', pretende enviar al clérigo radical a Italia. En 2003 funcionarios italianos viajaron a Oslo para interrogar al mulá por su supuesta vinculación a una red que recluta yihadistas en ese país, pero también en Alemania y España.