NUEVA YORK, 30 agosto 2008 (EFE).- La Gran Manzana se ha convertido, gracias a los cursos que ofrece una elegante escuela, en un lugar de peregrinaje para los aspirantes a convertirse en estrellas de alguno de los reality show que pueblan la televisión de Estados Unidos.
No importa si se quiere triunfar en un reality que elija al mejor diseñador, al mejor cocinero o al participante más ligón, si alguien quiere llegar a la final de algún programa de este tipo, el lugar donde prepararse está en Nueva York.
Se trata de la New York Reality TV School, un centro que abrió sus puertas a principios del verano y que, desde entonces, ha recibido la visita de más de un centenar de personas ávidas por descubrir el secreto que les haga ganar cualquiera de los concursos que siguen el formato de la llamada "telerrealidad".
"La clave es tener confianza y mostrarse auténtico, así que eso es lo que les enseñamos" , explica el creador del proyecto, Robert Galinsky, un veterano de la industria televisiva que decidió enfocar su experiencia formando a actores hacia el mundo de los reality show.
Galinsky se ha rodeado de un conjunto de profesionales de la televisión y del mundo de la interpretación para llevar a cabo unos cursos en los que los asistentes, según cuenta, aprenden "a lidiar con su personalidad y sus propios problemas, que, al fin y al cabo, son los que afloran en un concurso de ese tipo".
"La gente no es consciente de la presión que supone, primero, llegar a entrar en uno de estos concursos y, después, una vez dentro, sobrevivir. Es necesario que alguien los conciencie sobre ello", explicó el creador de los cursos, para quien la afición de los estadounidenses por esos programas responde "a la espontaneidad que desprenden".
Contrariamente a lo que se pueda pensar, las sesiones que ofrece esta escuela no incluyen el aprendizaje de artimañas o trucos para acabar con el resto de oponentes en un concurso o para seducir de manera especial a la cámara, sino que se basan en que los alumnos aprendan a ganar seguridad.
"Les enseñamos a que se seduzcan primero a ellos mismos, y nosotros, desde casa, podamos disfrutar de esa seducción que les infunde la confianza. No hay ni trucos ni secretos, se deben mostrar genuinos", argumentó Galinsky, quien, sin embargo, reconoció que los alumnos sí deben aprender a estar delante de una cámara.
Para este profesional, la otra parte más importante del entrenamiento se basa en que los participantes sean capaces de mostrar a la audiencia "quiénes son, qué pueden ofrecer y cuáles son las historias que esconden sus rostros".
El cincuenta por ciento de los asistentes a estos cursos son actores, músicos o artistas, mientras que la otra mitad son, según Galinsky, "personas normales: conductores de autobús, bomberos, dermatólogos, profesores o médicos, gente que piensa que tienen algo especial y lo quieren mostrar al mundo".
Esa es precisamente, según Galinsky, la clave de que, pese a que los espacios de "telerrealidad" ya no son nada nuevo, sigan estando en la parrilla televisiva y continúen atrayendo a tantos seguidores temporada tras temporada "en una época en que es habitual una alta exposición pública".
El resultado parece haber sido muy positivo, ya que, además de haber conseguido que uno de los alumnos, el argentino Jorge Bendersky, haya quedado el tercero en un concurso de estilistas para perros, Galinsky ha recibido ocho ofertas para convertir su escuela en un nuevo reality.
El creador de la New York Reality TV School está predispuesto a convertir su idea en un "meta-reality" que aporte "algo de dignidad" a un tipo de programas con "un perfil un poco bajo estos días" y que ofrezca un formato que cambie la idea con la que muchos participantes se acercan a los concursos televisivos.