RIO DE JANEIRO, 26 febrero 2009 (AFP).- La ciudad de Río de Janeiro despertó el miércoles con el recuerdo de un nuevo Carnaval que pasó y dejó una "marca" en las calles, que no fue solo alegría, sino un nauseabundo olor a orina que invade sin remedio todas las áreas de la urbe carioca.
Además de las incontables toneladas de basura que dejó el Carnaval, la práctica de orinar en plena calle, habitual en esta ciudad de más de cinco millones de habitantes pero potenciada por el alto número de personas que desfilan bebiendo cerveza, dejó Río de Janeiro en un estado tal este año que mereció la atención de los medios de comunicación del país.
Fotografías de personas orinando incluso al lado de algunos de los baños químicos dispuestos por las autoridades a lo largo de las vías que fueron escenario de desfiles callejeros, se vieron en las portadas de grandes diarios, como O Globo, que tituló un artículo de una página con la frase: "Un inconfundible olor a orina por las calles".
Además de algunos cálculos tentativos sobre los litros de detergente necesarios para terminar con el hedor, O Globo explicó a sus lectores que "el alto tenor de amoníaco contenido en el líquido causa corrosión en el hormigón", y "alcanza también las estructuras metálicas".
Durante los cuatro días de desfiles en Río, fue corriente ver hombres orinando las paredes, árboles, plantas, puertas, automóviles e, incluso, las instalaciones de locales que albergan cajeros automáticos.
En el caso de las mujeres, que también participan de la costumbre -o necesidad- local, una cierta discreción impuso el uso de los conocidos pareos, grandes telas que se utilizan para tenderse en la arena de la playa, para cubrirse.
Tras cerrarse los desfiles todo indica que -salvo lluvias imprevistas- el 'recuerdo' del Carnaval 2009 durará aún varios días.