LOS ÁNGELES, 25 agosto 2010 (BBC).- Cielo azul, un par de palmeras, arena blanca y fina como la harina y, en el horizonte, un mar de aguas claras como el cristal. Ésta podría ser la postal de alguna playa de Tailandia o el Caribe. Salvo por un detalle, el agua de los océanos reales dista mucho de esta imagen paradisíaca que podemos ver en los folletos turísticos.
En el agua del mar hay una serie de elementos -principalmente fitoplancton y las sustancias que generan estas diminutas plantas al descomponerse- que absorben y distribuyen la luz, otorgándole una tonalidad verdusca.
Y, según un estudio llevado a cabo por investigadores estadounidenses, el color que adquiere el océano influye en la distribución e intensidad de los huracanes, tifones y tormentas tropicales, conocidas bajo el nombre genérico de ciclones tropicales.
Sorpresa
Anand Gnanadesikan y sus colegas de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), desarrollaron varios modelos para evaluar cómo el proceso de absorción de los rayos solares por parte del material presente en el océano afecta al clima.
Por regla general, el fitoplancton atrapa el calor y calienta la superficie del agua dando lugar a los huracanes. Si hay menos fitoplancton, los rayos solares penetran el agua más profundamente, dejando la superficie fría y por lo tanto, los huracanes no llegan a formarse.
Sin embargo, tras analizar los datos de una de las regiones de aguas más límpidas del océano, en el Pacífico Norte, "notamos con sorpresa que, aunque el material en el agua es mínimo, es suficiente como para atrapar calor cerca de la superficie y dar lugar a la formación de huracanes", le dijo el experto a BBC Mundo.
"El hecho de que el océano no sea totalmente claro en el Pacífico Norte puede influir en cuántos huracanes se formarán y cuán fuerte llegarán a ser", añadió Gnanadesikan.
Lo curioso, dice el investigador, es que "si estudias el color del océano pensarías que es importante en las zonas en donde hay mucho, pero lo que descubrimos es que tiene un impacto incluso en aquellas zonas donde hay muy poco".
Efectos diferentes
Los investigadores notaron que si las zonas más alejadas del Ecuador tuviesen poco color, se tornarían más frías. Como resultado, los huracanes no se formarían allí sino en zonas más cálidas cerca del Ecuador.
"Si tuviésemos menos color en el Pacífico, veríamos una caída del 70% en los huracanes de ese océano y una disminución del 15% en el océano Atlántico", explicó Gnanadesikan.
Lo interesante es que el impacto del color es diferente según la región. "Si hay menos color en una región donde de por sí hay muy poco, esto podría causar una disminución de los huracanes. Pero si ocurre en regiones donde hay mucho fitoplancton, podría tener el efecto contrario", señaló el experto.
"La respuesta varía mucho. Depende de si el color se encuentra en una zona de gran circulación, donde el calor puede llegar a ser empujado por las corrientes o si está en una zona de aguas estancadas. Las zonas donde hay circulación son mucho más sensibles que las zonas quietas", aclara Gnanadesikan.
Y es precisamente el hecho de que la respuesta sea tan cambiante de acuerdo a la región lo que ha impedido que los científicos pudiesen entender claramente cómo la biología afecta el clima.
Pese a estas dificultades, el investigador enfatiza la importancia de estudiar el impacto del color, sobre todo, porque el cambio climático está generando una reducción en los niveles de fitoplancton en el mar.
"Si queremos entender cómo los huracanes cambiarán en el futuro necesitamos tomar en cuenta cómo cambiará el plancton. El impacto biológico potencial sobre los huracanes es tan importante como el impacto directo del calentamiento global", concluyó el investigador.Ver notas sobre otras variables que afectan a los huracanes publicadas en Wicked Magazine.
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