MADRID, 9 septiembre 2010 (EP / ABC.es).- Doce soldados americanos están siendo investigados por formar parte de un «equipo asesino» que disparó contra civiles afganos al azar y recogió sus dedos como trofeos
Andrew Holmes, Michael Wagnon, Jeremy Morlock y Adam Winfield,
cuatro de los soldados acusados de «matar por deporte» (foto ABC)
cuatro de los soldados acusados de «matar por deporte» (foto ABC)
Cinco de los soldados están acusados de asesinar a tres afganos a los que presuntamente mataron por deporte en ataques diferentes a lo largo de este año. Otros siete son acusados de encubrir estos asesinatos y de agredir a un recluta cuando informó de éstos y otros abusos, incluido el que miembros de su unidad fumaban hachís robado a los civiles.
En una de las acusaciones más graves que han surgido del conflicto afgano, se cree que los asesinatos han sido realizados por miembros de una brigada de infantería Stryker cuya base está en la provincia de Kandahar, en el sur de Afganistán. De acuerdo con los investigadores y con los documentos legales, las discusiones de los asesinatos de civiles afganos comenzaron después de la llegada del sargento de personal Calvin Gibbs en la base de operaciones Ramrod el pasado mes de noviembre.
Les lanzaban granadas
Otros soldados dijeron al mando de investigación criminal del Ejército que Gibbs alardeó de lo que había hecho mientras servía en Irak y que afirmó lo fácil que sería "lanzar una granada contra alguien y matarlos".
Según las investigaciones, Gibbs, de 25 años, tramó un plan con otro soldado, Jeremy Morlock, de 22 años, y con otros miembros de la unidad para formar un "equipo asesino". Mientras patrullaba durante los meses siguientes, presuntamente mataron al menos a tres civiles afganos.
De acuerdo con las acusaciones, el primer objetivo fue Gul Mudin, asesinado "mediante el lanzamiento de una granada contra él y los disparos con un rifle", cuando la patrulla entró en la aldea de La Mohamed Kalay el pasado mes de enero.
Morlock y otro soldado, Andrew Holmes, estaban de guardia en el límite de un campo de opio cuando Mudin salió y se detuvo al otro lado de la valla en la que estaban los soldados.
Presuntamente, Gibbs entregó a Morlock una granada, éste la armó y la tiró por encima de la valla cerca de los afganos presentes. Holmes, de 19 años, habría comenzado entonces a disparar por encima de la valla.
Según informa The Guardian, al final de ese día Morlock le señaló a Holmes que el asesinato tenía por objetivo la diversión y le amenazó si se lo decía a alguien. La segunda víctima, Marach Agha, fue disparado y asesinado el mes siguiente. Al parecer, Gibb le disparó y colocó un 'kalashnikov' cerca del cuerpo para justificar su muerte. En mayo, Mulá Adadhdad fue asesinado después de ser disparado y atacado con una granada.
Dedos como recuerdos
La revista Army Times informa de que al menos uno de los soldados cogió los dedos de las víctimas como recuerdos y que algunos de ellos posaron para hacerse fotografías con los cadáveres. Cinco soldados --Gibbs, Morlock, Holmes, Michael Wagnon y Adam Winfield-- están acusados de asesinato y de agresión agravada, entre otros cargos.
Todos los soldados han negado las acusaciones y se enfrentan a la pena de muerte o a la cadena perpetua si son condenados. Los asesinatos salieron a la luz en mayo, después de que el Ejército comenzara a investigar un asalto brutal contra un soldado que declaró a sus superiores que varios miembros de su unidad estaban fumando hachís.
El Army Times indica que varios miembros de la unidad fumaban regularmente esta droga cuando estaban de servicio, y que en ocasiones se la robaron a civiles. El soldado, que fue sacado del entrenamiento básico y cuyo nombre no ha sido facilitado, afirmó haber presenciado cómo se fumaba hachís y se bebía alcohol de contrabando, pero inicialmente no informó por lealtad a sus camaradas.
Dos días más tarde, miembros de su sección, incluidos Gibbs y Morlock, le acusaron de "ladrón", le dieron una paliza y le dijeron que mantuviese su boca cerrada. El soldado informó de la paliza y de las amenazas a sus superiores y entonces comunicó a los investigadores lo que conocía del "equipo asesino".
Después de la detención de los cinco acusados en junio, otros siete soldados fueron acusados el mes pasado por intentar encubrir los asesinatos y por agresión violenta contra el soldado que informó de los soldados que fumaban hachís.
Las acusaciones serán estudiadas a finales de este mes por un 'gran jurado militar' que decidirá si hay pruebas suficientes para ser juzgados por un tribunal militar.
Los investigadores del Ejército afirman que Morlock ha admitido su implicación en los asesinatos y ha dado detalles del papel de otros, incluido Gibbs, pero su abogado, Michael Waddington, intenta suprimir su confesión alegando que su cliente fue interrogado cuando estaba bajo la influencia de medicamentos prescritos para sus heridas causadas en la guerra y que también sufría heridas cerebrales traumáticas, según declaró al Seattle Times.