sábado, 13 de noviembre de 2010

La crisis acaba con una tradición francesa: que el presidente perdone las multas de tráfico

PARÍS, 13 noviembre 2010 (El País).- La crisis ha acelerado el fin de una de las más viejas tradiciones oficiosas de la V República: el perdón judicial de algunos delitos no siempre muy menores, como las multas de tráfico, con motivo de la elección del presidente.
Era una tradición no escrita que utilizaron con cierta liberalidad el general De Gaulle, Georges Pompidou, Valery Giscard d'Estaing, François Mitterrand y Jacques Chirac, acogiéndose a los poderes casi absolutos que les concedía una Constitución monárquica que daba al presidente electo unos poderes personales sencillamente excepcionales, sin comparación con los de ningún otro jefe de Estado democrático.
La Constitución de la V República concedía y concede al jefe del Estado un poder solitario y absoluto en estos terrenos: manejo solitario del “cetro” / arma nuclear (cuando las armas atómicas tenían una eficacia que han perdido con el tiempo), disolución de la Asamblea nacional, nombramiento de gobiernos, derecho de “pernada” en todos los nombramientos de relativa importancia para el funcionamiento del Estado.
A los poderes que concedía la Constitución, se sumaban otros poderes subsidiarios, derivados, paralelos pero bien reales: del nombramiento de directores generales de grandes empresas a la intervención apenas disimulada en el funcionamiento de la radio y la televisión públicas.
En ese marco, el presidente electo de Francia todavía se beneficiaba de otras tradicionales más o menos populares: como el perdón de las multas de tráfico, o la liberación de presos que cumplían penas menores o estaban al final de una larga reclusión. La gracia presidencial tenía consecuencias “perversas”, como el incremento de los delitos de tráfico, durante el trimestre precedente a la elección del jefe del Estado a través del sufragio universal, que fue la gran novedad institucional de la V República (instituida entre 1958 y 1962).
Son célebres las “gracias” del primer Mitterrand (1981) y el primer Chirac (1995). Ambos concedieron grandes amnistías de multas de tráfico. Con la elección de Nicolas Sarkozy (2007), la tradición entró en crisis quizá definitiva. Sarkozy comenzó por suprimir la liberación de presos por delitos más o menos menores, al principio o al fin de la condena carcelaria. La crisis pondrá fin definitivo al perdón de las multas de tráfico. La deuda pública francesa es demasiado grave como para perdonar nada a nadie.

Fotografía: Nicolas Sarkozy (AFP)