LONDRES, 2 noviembre 2010 (BBC).- Es como un operativo militar. Se hace una reunión para discutir el plan de acción, se revisa el equipo y se lo vuelve a revisar. Pero toda tarea que involucre al oso malayo (Helarctos malayanus) no es sencilla. Es el oso más pequeño del mundo, pero también, el más peligroso.
Hoy, dos de ellos serán trasladados entre dos zoológicos del Reino Unido: del Centro de Conservación de Especies Raras en Kent, al Zoológico de Colchester en Essex.
Mientras los osos son anestesiados y controlados antes de que se inicie el viaje, el doctor Nick Masters, veterinario y uno de los investigadores que trabaja en este operativo, aprovecha la oportunidad para obtener algo muy valioso: una muestra de su ADN.
"Estamos perdiendo especies a un ritmo muy veloz, por eso debemos preservar al menos el material genético, que ha demorado millones y millones de años en evolucionar", explica Masters.
Las muestras del oso malayo serán llevadas al Arca de Hielo, una iniciativa cuya oficina central se encuentra en la Universidad de Nottingham.
Después de congelarlas, se guardarán junto a otras muestras de animales en peligro de extinción de todo el mundo, recolectadas por una red de veterinarios y científicos.
Última esperanza
El equipo del Arca de Hielo cree que este proyecto puede ser el último recurso, si todos los otros esfuerzos de conservación fracasan.
"Como con la oveja Dolly, aunque a los científicos no les guste hablar sobre esto, existe la posibilidad real de que un día podamos resucitar a las especies extintas o a las que están en peligro de extinción", señala Ann Clarke, una de las fundadoras del Arca de Hielo.
Y aunque la sola idea de resucitar una especie desaparecida parezca salida de una novela de ciencia ficción, gracias a los avances tecnológicos que se han hecho en torno a la clonación, esta posibilidad está más cerca de lo que usted piensa.
El profesor Robert Millar, del Instituto para la Reproducción de las Especies de Mamíferos Africanos Raros y Amenazados, cree que esta tecnología puede ser la que salve al rinoceronte.
Milar trabaja actualmente en una reserva de Sudáfrica, donde la amenaza que enfrenta este animal resulta evidente.
El año pasado, unos 200 ejemplares murieron a manos de los cazadores, que venden sus cuernos en Asia y el Medio Oriente, donde se utilizan para la fabricación de medicamentos o como piezas ornamentales.
Alternativa
Aunque se están implementando esfuerzos para proteger a estos animales, Millar cree que es importante contar con un plan B.
"La clonación es algo extremo, pero, como el rinoceronte blanco del norte está al borde de la extinción, creo que debemos tomar en cuenta esta tecnología", dice
"Estamos utilizando técnicas que estimulan a estas células a convertirse en células pluripotentes, lo cual quiere decir que se pueden convertir en cualquier tipo de célula", agregó.
La metodología no está exenta de críticas. Algunos dicen que las dificultades técnicas son muchas: el poco éxito que tiene en la actualidad y la duda sobre dónde implantar el embrión clonados si no hay una madre sustituta disponible son sólo algunas de las dificultades.
Luego está el problema del costo: esta tecnología es muy cara y puede llegar a acabar con los fondos para los esfuerzos -comprobados- de conservación.
Y a esto se le suma dilema ético, el argumento de que esta técnica significa interferir con la naturaleza.
Asegurar el futuro
Sin embargo, para los investigadores del Arca de Hielo, estas objeciones pueden ser consideradas más tarde. Lo importante, para Clarke, es guardar el material genético antes de que sea tarde
"Las generaciones futuras deberán decidir qué hacer con el material disponible", señala Clarke.
"Si no preservamos el material ahora, no tendremos opciones para el futuro", dice. Sin embargo, Clarke no ha perdido las esperanzas de que estas especies se puedan salvar sin necesidad de recurrir a esta controvertida tecnología.
Pero necesitamos actuar ahora y rápidamente.
Y si esto se puede hacer, dice, este material genético puede guardarse en un congelador para la posteridad. Un recuerdo "congelado" de a crisis de conservación que vivimos en 2010.
Fotos: Superior - oso malayo (Helarctos malayanus); Inferior - Oveja Dolly (Agencias)