jueves, 5 de mayo de 2011

Un campo de marihuana y consumo de Coca-Cola en la finca de Bin Laden

WASHINGTON, 5 mayo 2011 (REUTERS).- Osama bin Laden estaba preparado para huir en cualquier momento. Llevaba cosidos en su ropa 500 euros en efectivo y dos números de teléfono, de los que echar mano si se presentaba una emergencia. La ocasión llegó, pero de poco le sirvieron sus billetes. «Creía que su red era tan fuerte que podía escaparse antes de cualquier incursión norteamericana», según el relato ofrecido ante el Congreso estadounidense por el director de la CIA, Leon Panetta.

Su confianza en que EE.UU. difícilmente podía lanzar un ataque por su cuenta contra una residencia tan próxima a la Academia Militar de Pakistán le había llevado considerar suficiente verse defendido por dos hombres. Probablemente pensaba que, de organizarse una actuación conjunta de estadounidenses y paquistaníes, antes recibiría el aviso de alguno de sus protectores o infiltrados en el Ejército o en los servicios de Inteligencia de Pakistán.

Bin Laden no se encontraba protegido por un grupo de muyaidines, sino que vivía en medio de tres familias, en una finca en la que, junto al escondite del terrorista, se cultivaba marihuana y pacían vacas y un búfalo. Se escondía tras una tapia en la que una gran pintada anuncia un colegio para chicas, con teléfono y dirección online, cuando su doctrina prohibía la educación femenina.

Estas plantas ilegales que crecían sin ser descubiertas podrían haber sido usadas por Bin Laden para los problemas que recientemente tenía en el riñón, de acuerdo al diario Daily Mail.

Vivía con su propia familia, con su mujer y tres hijos, y las de sus dos anfitriones, Arshad Kahn y Tareq Khan, primos y no hermanos como en un principio se había dicho. Posiblemente eran nombres falsos. Uno de ellos, su más estrecho asistente, que es quien sin saberlo condujo a sus perseguidores hasta la guarida, había utilizado el nombre de guerra de Al Kuwaiti. Los dos eran de la etnia pastún, procedían de cerca de la frontera con Afganistán y no habían cumplido los 40 años. Se mostraban generosos con los jornaleros que alguna vez habían trabajado para ellos, pagándoles el doble, unos 3,5 euros al día, que el normal jornal.

En la incursión murieron los tres hombres, un hijo adulto de Bin Laden y la mujer de Arshad o Tareq. El resto quedaron en el recinto hasta que de inmediato llegaron los agentes paquistaníes, alertados por el ataque. Ellos se hicieron cargo de los nueve niños, con edades entre 2 y 12 años, y de las dos mujeres. La esposa de Bin Laden se encontraba herida, y al parecer también una hija del líder de Al Qaida de 12 años.

Esta declaró a las autoridades de Pakistán, según la televisión de capital saudí Al Arabiya, citando una fuente de seguridad local, que su padre fue capturado vivo por los soldados estadounidenses y luego asesinado. De acuerdo con este este testimonio, a Bin Laden le dispararon frente a los miembros de su familia.

Además, algunos de los residentes locales, que de acuerdo a reportes, no tenían idea de quién vivía en la residencia, testificaron que habían dos jóvenes que se llamaban Akbar y Rashid Khan que hacían viajes frecuentes para comprar comida y abarrotes con grandes abastos de Coca Cola y Pepsi. Los dos hombres eran los dueños de la residencia asegurada, de acuerdo a Bloomberg.

Grocer Anjum Qaisar de 27 años, quien trabaja a 150 metros de la mansión, dijo a Bloomberg que los ayudantes de Bin Laden "nunca se transportaban a pie, siempre manejaban Pajero o una camioneta Suzuki y siempre compraban lo suficiente para diez personas".

"Me daba curiosidad por qué compraban tanta comida, pero no quería verme rudo preguntando", agregó.

«Fue legal»

El comando de los Navy Seals se llevó consigo cinco ordenadores personales, diez discos duros y más de cien dispositivos de almacenamiento informático, como vídeos y dispositivos de memoria. Ante la comisión de Justicia del Senado, el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, destacó ayer la importancia de este material, que como mínimo permitirá añadir más nombres a la lista de terroristas buscados.

Holder, que aprovechó la ocasión para asegurar, frente a quienes cuestionan que Bin Laden fuera disparado si no estaba armado, que la intervención fue «legal, legítima y adecuada completamente» y que quienes la habían llevado a cabo «actuaron bien», indicó que su departamento, junto con la CIA y otras agencias de inteligencia están volcadas en analizar el material incautado.

«Me sorprendería que no sea una mina de oro», señaló John McLaughlin, anterior «número dos» de la CIA, citando el ejemplo del ordenador apresado a Ahmed Ghailani, uno de los autores del atentado contra las embajadas de EE.UU. en Kenia y Tanzania en 1998, cuyo examen permitió prevenir un atentado contra entidades financieras en Nueva York.

La prioridad será detectar posibles acciones terroristas en curso de preparación, así como pistas que conduzcan al hasta ahora segundo en comando de Al Qaida, Ayman al Zawahiri.

Sin internet ni línea telefónica en su residencia, con el uso de teléfonos móviles muy restringido para evitar escuchas y ser localizado por los satélites, Bin Laden probablemente mandaba información a través de sus emisarios utilizando discos informáticos, donde habría volcado contenidos para evitar «hackers». Se cree que buena parte de los discos incautados están cifrados.


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