SAN FERNNDO, 13 marzo 2010 (EFE).- Los automóviles lujosos han dejado de ser el vehículo distintivo de algunos millonarios filipinos, que prefieren adquirir un helicóptero con el que evitan los interminables atascos que se producen a diario en las carreteras del país.
"He trabajado mucho y ahora quiero disfrutar de la vida, me encanta viajar pero odio el tráfico, por eso decidí comprarme uno", afirma Jomar Hizon, propietario de la fábrica de procesado de carnes Pampanga's best en la localidad de San Fernando, a unos cien kilómetros de Manila.
El helicóptero, de un color rojo que recuerda al de los coches deportivos, descansa en el pequeño círculo de cemento que Hizon hizo construir en un jardín de la fábrica, a escasos metros de su despacho.
Después de discutir unos minutos el itinerario con su hermano Darius, al que paga 60 dólares (43 euros) por hora por su trabajo de piloto, el millonario se acomoda en uno de los cuatro asientos y ordena el despegue.
"Aquí abajo está la autopista que lleva al norte del país, pero nosotros no la necesitamos", señala sonriente Hizon mientras el aparato comienza a sobrevolar la región de Pampanga.
La aeronave apenas se eleva más de cien metros del suelo debido a la cercanía de un aeropuerto internacional y atraviesa a unos doscientos kilómetros por hora las partes más pobladas de la zona, como la ciudad de Angeles, y otras menos habitadas.
"Es gracioso que estemos recorriendo estos campos de arroz en helicóptero porque muchos agricultores de la zona siguen usando la tracción animal para labrar los campos", comenta el empresario.
Gran parte de los magnates que optan por comprarse un helicóptero lo utilizan para trasladarse dentro de la saturada Manila, en la que un desplazamiento urbano puede hacer perder más de dos horas en los momentos de mayor tráfico.
Hizon reconoce que usa su aparato volador sobre todo para el ocio: "Puedo ir a cualquier sitio, al monte a relajarme, a pescar o de cámping, y estar de vuelta en el trabajo cuando quiera sin tener que tragarme los atascos".
Cuando necesita acudir a la capital, Hizon llama a su hermano y llega a donde tenga que ir en poco más de 20 minutos.
"Llegar desde aquí a Manila me costaba a veces casi tres horas, especialmente si tenía que atravesar parte de la ciudad, pero ahora me planto en el aeropuerto en 23 minutos", asegura el negociante orgulloso.
Este capricho está al alcance de pocos bolsillos, ya que además de los más de 430 mil dólares que cuesta adquirirlo, el precio del seguro anual ronda los 20 mil dólares.
El combustible, en cambio, no resulta especialmente caro, 75 pesos filipinos (1,20 euros) por litro, con un gasto aproximado de un litro por minuto de vuelo y una autonomía máxima de tres horas y media.
Una vez terminado el corto paseo recreativo por la zona, el helicóptero vuelve a posarse sobre su peculiar "plaza de párking" y Hizon, que también es candidato a alcalde de la pequeña localidad de Bacolor en los comicios del próximo 10 de mayo, se prepara para su maratón de reuniones y mítines.
Esta vez tiene que viajar por tierra, pero no se conforma con un vehículo común sino que se acomoda en la parte trasera de una insólita ambulancia adornada con propaganda electoral.
"No me gusta perder tiempo y cuando nos encontramos con un atasco, mi chófer pone en marcha la sirena, nunca me han dicho nada, a la Policía le da igual", relata divertido.
sábado, 13 de marzo de 2010
Helicóptero, distinción de millonarios filipinos
11:43:00 a.m.
Dinero, Moda, Transportes