BUENOS AIRES, 19 octubre 2011 (El Clarín).- Según la investigación de dos autores que en 1990 ganaron el Premio Pulitzer, habría sido un accidente. Hasta hoy, se creía que el pintor se había suicidado.
Autoretrato (1889), Musee d'Orsay, Paris |
Los que tiran por la borda la teoría del famoso suicidio no son dos improvisados. Son Steven Naifeh y Gregory White Smith, ganadores de un Premio Pulitzer, en 1990, por la biografía del pintor Jackson Pollock. Son los autores de Van Gogh: la vida, el libro que hoy sale a la venta en los Estados Unidos y que ya sacudió al mundo del arte. Naifeh habló con Clarín de su investigación y de cómo los hermanos Gastón y René Secrétan mataron al genio holandés. Estaban jugando a los cowboys en un descampado de Auvers– y no en el campo como se cree– y un tiro se habría disparado. “Van Gogh (que no murió inmediatamente), no quiso incriminarlos, prefirió pretegerlos y su muerte sirvió como una salida de una vida difícil”, relata Naifeh por teléfono.
El dato –cuenta– emergió principalmente de una entrevista que dio René, el más chico de los hermanos, a un diario francés en 1957, un año antes de morir. “Admite que era su arma y, además, cuenta las maldades que le hacían a Vincent y cómo lo torturaban: ponían sal en su café, una víbora en sus pantalones y, como sabían cuán frustrado estaba sexualmente, traían chicas para que coquetearan con él de una manera violenta”. Vincent, sin embargo los quería y llamaba a René “Buffalo Bill”.
Textos de John Rewald, uno de los principales investigadores del impresionismo y post-impresionismo confirmaron la presunción de los autores. Cuando Rewald visitó Auvers, 10 años después de la muerte de Van Gogh, la versión del accidente era la única que circulaba. El arma nunca apareció. ¿Tenía Van Gogh interés en esos muchachos? “Jamás tuvo inclinaciones homosexuales o pederastas. Su único vínculo de largo plazo fue una relación de un año con la prostituta Sien Hoornik. Siempre le pagó, aunque la considerara casi una esposa. Tenía encuentros con prostitutas básicamente”, explica Naifeh. Van Gogh estaba solo y la compañía tortuosas de los dos hermanos lo habría aliviado.
El Museo de Van Gogh, en Amsterdam, no tardó en desmentir a los investigadores: “La teoría de homicidio imprudente no está bien sustentada”, dijo uno de sus voceros. Naifeh bajó la tensión: “Las instituciones tienen que ser cautas, nosotros no hablamos de asesinatos, los titulares sí”.
Para Naifeh, la teoría del suicidio fue instalada por Irving Stone, autor de Anhelo de vivir, que inspiró la película de Minelli (Ver Un personaje...) y por el “falso testimonio” de Adeline Ravoux, la hija de los dueños de la pensión donde se hospedaba el pintor cuando murió. Además, aporta el investigador, con su debilitado estado mental, el artista difícilmente hubiera conseguido un arma.
La discusión sobre el suicidio tapó otras revelaciones. Como que la familia culpó a Vincent por el infarto que mató a su padre. O que, al momento de morir –contrariamente a lo que se cree– comenzaba a obtener encargos y reconocimiento. Los investigadores también responden por qué Vincent dejó a su hermano Theo en París, en 1888, si siempre había querido vivir con él. “Theo tenía sífilis y Vincent no quería ser una carga emocional ni financiera. Fue una decisión generosa, igual que la de proteger a esos dos muchachos”.