CHICAGO, 19 julio 2010 (EFE).- Rodeada por cinco generaciones de familiares, la mexicana Ignacia Moya de 106 años de edad y radicada desde hace 40 en Chicago, se convirtió hoy en uno de los inmigrantes de mayor edad en acceder a la ciudadanía en Estados Unidos.
El lugar escogido para la ceremonia de juramento fue la Casa Michoacán, a cuatro cuadras de distancia del domicilio de Moya en el barrio Pilsen del suroeste de la ciudad, repleta de familiares y curiosos.
Moya nació en Jalisco (Guadalajara) y se crió en Tampico (Tamaulipas), pero la casa de los michoacanos fue escogida "por ser muy bonita y la más conveniente", dijo a Efe Salvador Cerna, uno de los organizadores de la ceremonia.
Acompañaron a Moya dos de sus tres hijos, 14 nietos, 20 bisnietos y ocho tataranietos, todos ciudadanos estadounidenses y residentes en Chicago.
También estuvieron presentes unos diez residentes del hogar de ancianos cercano Las Américas, así como funcionarios electos méxico-americanos, entre ellos Jesús García, de la Junta de Comisionados de Cook donde se asienta Chicago, y los concejales Daniel Solís (D-25) y Ricardo Muñoz (D-22).
La ceremonia fue breve, dada la edad de la festejada, y el juramento fue tomado ante unas 100 personas por Ruth Dorochoff, directora de distrito de la agencia de los Servicios de Inmigración y Ciudadanía de los Estados Unidos (USCIS).
Ignacia Moya fue la niñera de varias generaciones en su familia en México hasta que se mudó a los Estados Unidos en 1970, tres años después del fallecimiento de su esposo.
Consultada sobre las razones que la llevaron a convertirse en ciudadana después de tantos años de residencia, Moya dijo que quería seguir los pasos de sus hijos, y "además quiero votar".
Moya, que vive con su hijo Miguel y su nuera Elvia, intentó durante más de veinte años cumplir con los requisitos para acceder a la ciudadanía pero fracasó varias veces en los exámenes.
Según recordó hoy, la primera vez que solicitó la naturalización fue en 1986 pero fue rechazada al no poder pasar el examen de inglés, aunque "había estudiado mucho".
Con el paso del tiempo, y al progresar sus problemas de ceguera y de pérdida de la audición, la familia decidió que en lugar de solicitar la renovación de su tarjeta de residente Moya debía intentar nuevamente obtener la ciudadanía.
Esta vez, con la ayuda del congresista Luis Gutiérrez (D-Chicago) se logró que Moya recibiera una dispensa médica que le permitió naturalizarse sin necesidad de pasar por los exámenes de inglés y de conocimiento de la historia y gobierno de Estados Unidos.
El puertorriqueño Gutiérrez, cuya oficina ha ayudado con los trámites de ciudadanía a más de 50.000 personas en 17 años, también estuvo presente en la ceremonia y dijo que el caso era un "ejemplo de civismo" que contraría el convencimiento general de que los inmigrantes mexicanos no están interesados en convertirse en ciudadanos estadounidenses.
"A esta edad es muy difícil aprender otro idioma, pero Ignacia a aprendido a amar a este país", agregó.
Miguel, hijo de Moya y con 78 años de edad, dijo que muchos inmigrantes no se presentan al examen por temor a ser rechazados.
"No hay que tener miedo, simplemente hay que hacerlo", dijo a periodistas.
Marilú Cabrera, portavoz de USCIS en Chicago, dijo que la agencia registra por lo menos otros tres casos de personas que eran mayores que Ignacia Moya en el momento de naturalizarse ciudadanos de Estados Unidos.
Entre ellas Manik Bokchalian, nacida en Turquía y con 117 años al tomar el juramento en Los Ángeles en 1997.
Foto: EFE