martes, 19 de julio de 2011

Le fallaron 57 invitados a su boda bajo el mar










PLAYA DEL CARMEN, 18 julio 2011 (Reuters).- El italiano Alberto Dal Lago se registró como el buzo número 198. Después de él, los rezagados, seis en total, hicieron lo propio. Todos se dirigieron al mar. La última persona en registrarse fue Karla Yzunsa Olivares-Sosa con el número 205. Pero a la boda submarina que pretendía ser la más grande del mundo le faltaron 57 buzos.

Desde las 8:00 de la mañana, todos los participantes en la inmersión comenzaron a arribar al punto de encuentro en la plaza comercial Centro Maya. El registro de los buzos estaba inacabado, y el retraso de esta singular unión matrimonial comenzaba a asomarse. El staff animoso, conformado por amigos y familiares de la pareja, iba y venía, explicaba y rebuscaba. Foto aquí y abrazos por otra esquina.

Dos horas después, cuando se suponía que el convoy debería estar ya en alta mar, comenzaba apenas a partir hacia Punta Venado, zona ubicada a la altura del kilómetro 278 de la carretera Cancún-Tulum, a 15 minutos de Playa del Carmen.

Patricia Ramírez, una de las coordinadoras del evento, anunció con premonición: "no tenemos hora ya para cada una de las cosas, se van a casar hasta que tengamos listo todo (...) esto lo estamos organizando entre Karla y todos sus amigos y no tenemos como una orden del día".

Efectivamente, la boda simbólica debajo del mar no se llevó a cabo a las 10 ni 10:30 como estaba prevista, tampoco a las 11 horas, sino cuando faltaban 10 minutos antes de las 13 horas. Karla Yzunsa, quien fue la última en pasar lista de asistencia ante el notario público 34, Juan Martínez Martínez, entró al agua a las 12:35 horas.

Él, además de un traje de baño común, vistió un moño y mancuernillas blancas; ella un vestido de novia diseñado por Walter Gómez Villar.

Pero antes de eso, el acceso a la playa donde se hicieron los preparativos se complicó porque el camino es de un sólo carril. La desorganización que se mostró desde el punto de reunión era más evidente; una fila de automóviles de cerca de 500 metros tuvo que ser reacomodada para no entorpecer el paso de la ambulancia en caso de que hubiese sido requerida.

Llegó el medio día, y lo buzos estaban ya casi en su totalidad reunidos en la playa preparando su equipo necesario para la osadía de entrar todos juntos a la vez, una reunión que pretendía romper el record data del 12 de junio del año pasado, cuando también otra pareja de buzos en Italia reunieron a 261 participantes y quienes tienen el récord Guinness como la boda submarina más grande del mundo.

Para romper el récord, Karla y Alberto necesitaban 262, pero pese a que en las redes sociales eran cientos los que mostraron su interés, finalmente se quedaron cortos.

La presencia del notario público obedeció a que récord Guinness pedía un pago de 5 mil libras; como no se pudieron pagar, Juan Martínez dio fe y legalidad al evento para enviar la información a la organización internacional en caso de que se hubiera cumplido el objetivo.

Cerca de las 13:15 comenzaron a salir los buzos. La pareja tenía entre manos algo diferente: las argollas de matrimonio. Adentro del Mar Caribe, cerca de seis metros de profundidad, los novios se dieron el sí ante el juez del Registro Civil, Jorge Denis Zapata. Se utilizó un lenguaje de señas para dar lectura a. Los anillos los puso la hija de Karla, Camila, de 16 años de edad.

"Les agradecemos a todos los que participaron en esta aventura, y especialmente por haber sido testigos del amor que nos tenemos, aunque no hayamos roto el récord", expresó

Alberto recordó otra de las razones por las que decidieron casarse debajo del agua: es también un mensaje para la preservación de la naturaleza, principalmente del mar y del tiburón toro, porque nos encanta esta especie.

Ya fuera del agua, en las instalaciones del club de playa Blue Venado, el juez del Registro Civil les hizo la ceremonia oficial, en la que la pareja firmó el acta de matrimonio y oficializar así su matrimonio, una unión que nació en un día de febrero de este año, cuando mientras buceaba Alberto Dal Lago vio la silueta de Karla Ysunza Olivares-Sosa, quien nadaba justo encima de él.

Cinco meses después de esa mañana en la que se conocieron, Karla, ataviada con su traje de novia, dice; "estuvo increíble. Fue sorprendente ver a mucha gente alrededor tuyo flotando y siendo testigos de tu unión matrimonial, mis hijas estuvieron ahí conmigo, y todas las personas que se sumaron a esto, aunque no hayamos llegado a la meta del récord, lo importante es que viviremos felices para siempre".

"Viva el tiburón toro, viva el mar y la preservación de la naturaleza y de la vida marina, que es la que nos ha unido y de donde nación nuestro amor", reflexiona Alberto.

Fotografía (Reuters)