NUEVA YORK, 3 enero 2010 (New York Times).- Una nueva investigación sugiere que el deseo de “muñecas” motivado por el género también se observa en chimpancés hembras de corta edad en estado salvaje – comportamiento que posiblemente evolucionó para convertirlas en mejores madres, afirman los expertos.
Hembras jóvenes de la comunidad de chimpancés de Kanyawara, en el Parque Nacional Kibale, Uganda, usan varas como muñecas rudimentarias y las cuidan de la misma forma en que las madres del grupo atienden a su verdadera prole. El comportamiento, muy raras veces observado en machos, se ha visto más de 100 veces durante 14 años de estudio.
“La vara no tiene ninguna función inmediata, simplemente la cargan – algunas veces por minutos, otras durante horas”, dijo en un correo electrónico Richard Wrangham, líder del estudio y biólogo antropólogo de la Universidad de Harvard.
“Normalmente se llevan la vara al nido donde descansan durante el día, algo que no sucede con otros objetos. Se sabe que (también) juegan con sus varas cuando están en sus nidos”, precisó.
Amor por las muñecas, ¿aprendido o heredado?
La investigación constituye la primera vez que se observa que animales salvajes jueguen en forma distinta con los objetos según su sexo, práctica bien documentada entre los niños humanos y previamente observada en micos y Rhesus en cautiverio, precisó Wrangham.
Por ejemplo, se sabe que las monas en cautiverio favorecen las muñecas como objetos de juego, mientras que sus contrapartes machos prefieren juguetes de “niño”, como autos.
“El hecho de que los monos y monas cautivos prefieran juguetes humanos masculinos y femeninos típicamente humanos, respectivamente, sugiere que hay algo biológicamente diferente entre ambos sexos que los hace gravitar a distintos tipos de juguetes”, dijo por correo electrónico la bióloga Sonya Kahlenberg, coautora del estudio del Colegio Bates, Maine.
“Lo que se desconoce es cómo se relaciona con los primates en estado salvaje”, subrayó.
El estudio permite que Kahlenberg entienda un poco más esa cuestión – y por lo menos apoya cierto origen biológico en los distintos juegos según el género.
Eso se debe a que, en parte, los chimpancés jóvenes en estado salvaje nunca ven que sus padres jueguen con objetos como varas.
La combinación naturaleza-crianza es la “verdadera magia”
Pero “la biología y la 'crianza’ por supuesto no son mutuamente excluyentes”, destacó Wrangham.
Es posible que los factores biológicos que influyen juegos específicos por género confieran cierta ventaja evolutiva, como preparar a las futuras madres para cargar a sus infantes mientras comen o suben árboles. Pero la práctica tal vez no sea tan común como para significar gran ventaja.
También es posible, consideró Wrangham, que cargar la vara simplemente sea una expresión juguetona de las habilidades cognitivas encontradas en chimpancés y humanos pero en muy pocos animales.
“Esta habilidad sería la capacidad imaginativa, o formarse una imagen mental que no es real pero que aún así represente la realidad”, acotó.
La naturaleza y la crianza también podrían estar trabajando concertadamente, precisa Walter Gilliam, director del Centro de Desarrollo Infantil y Política Social Edward Zigler de la Facultad de Medicina de Yale.
``Este interesante estudio parece respaldar la noción de que (el juego de muñecas) probablemente se deba en parte a la biología y en parte a la socialización y, principalmente, a la interacción de ambas – tal vez ahí se encuentre la verdadera magia.
“Definitivamente es muy útil que lo que vemos no solo en humanos, y en primates criados por humanos, también se observa en primates criados por primates”, considera Gilliam, quien no formó parte del estudio.
“Entonces, independientemente de la combinación de genes y cuestiones ambientales, ésta parece estar actuando en los tres casos”, apunta.
Los chimpancés jóvenes se imitan unos a los otros
Algunos comportamientos exclusivos de ciertas comunidades locales de chimpancés – como quebrar nueces o usar varas para “pescar” de termitas – parecen heredarse socialmente de los adultos a los jóvenes.
Pero el comportamiento de cargar varas no se ha visto en las madres – “en cambio, es un comportamiento de la 'infancia’ de los chimpancés”, consideró Kahlenberg, cuyo estudio aparecerá el 21 de diciembre en la revista Current Biology.
“Entonces, es probable que los jóvenes lo aprendan viendo a los demás. Este tipo de 'tradición juvenil’ no había sido descrita en chimpancés pero es sabida en humanos, por supuesto. Imagínese juegos como la rayuela, que los niños aprenden entre ellos”, dijo.
El juego de muñeca-vara de los chimpancés de Kanyawara todavía no se ha visto en otras poblaciones, así que probablemente sea único del lugar. De ser así, es probable que la práctica también tenga raíces culturales, precisó Wrangham.
“Esto es, todas las chimpancés probablemente están más orientadas a los infantes que los machos, pero solo en algunos sitios como Kanyawara a las hembras juveniles se les ocurrió la brillante idea de usar varas como 'muñecas”', observó.
¿Juego chimpancé con paralelismos humanos?
El juego de muñecas o de “cargar la vara” alcanzó el clímax en las chimpancés de entre 5 y 8 años, equivalentes a entre 6 y 9 años en términos de desarrollo humano, según Wrangham.
Efectivamente, el estudio traza algunos paralelos interesantes con el comportamiento humano, considera Gilliam. Se cree que los chimpancés y los humanos evolucionaron del mismo ancestro en común.
“A los niños humanos les encanta explorar papeles de adulto que presencian a su alrededor, muchas veces con objetos simbólicos”, subraya Gilliam.
“Aunque las chimpancés jóvenes no vieron a sus madres cargar varas, las vieron cargar bebés”, acota.
“Ciertamente, parece estar en el reino de las posibilidades que podrían estar reproduciendo un comportamiento socialmente aprendido a través de este comportamiento simbólico de la vara”, agrega.