CIUDAD DE MÉXICO, 11 septiembre 2011 (EFE).- Darth Vader y Luke Skywalker, Boba Fett y Chewbacca, y los Stormtroopers junto a los Rebeldes, caminaron por el Paseo de la Reforma sin guerra ni miedo, sin lados oscuros ni galaxias; sólo porque Star Wars les marcó la vida.
El pretexto que reunió a más de 600 fans en el Ángel de la Independencia, desde antes de las 10 de la mañana, fue la llegada a México de la edición Blu-Ray de los seis episodios de la Guerra de las Galaxias.
La fantasía salió a la calle disfrazada. Ahí estaban Yoda, con sus orejas verdes y puntiagudas; el maestro Obi-Wan Kenobi, exterminador del oscuro Darth Maul; la princesa Amidala; R2-D2, ayudante de los Jedi, y una niña con el atuendo de Leia.
Hubo wookies que asustaron a uno que otro niño, además del enorme Chewbacca —el fuerte, sabio y leal— que optó por el silencio para no sudar más dentro de su peludo traje.
A paso lento y desorganizado avanzó el contingente galáctico, en medio de fotógrafos y paseantes que sacaban sus teléfonos celulares para capturar la imagen de los personajes.
Mientras, los escasos policías de tránsito les pedían mantenerse en los carriles para no ser lesionados por las fuerzas vehiculares de la ciudad.
Pero a diferencia de las marchas, que casi a diario invaden el centro de la ciudad, la de ayer no generó agresiones con el claxon; los conductores sonrieron sorprendidos.
Ayer, como desde hace más de 30 años de que se estrenó el primer episodio, la fascinación por Star Wars no respetó edades. Destacaron las madres de familia que llevaron a sus hijos de la mano, en carreolas y en brazos, como Romina, a quien su madre vistió de Padawan.
Un Boba Fett, de no más de medio metro de altura y casi tres años de edad disparaba con láser de juguete a quienes se acercaban para tomarle una fotografía.
Solo, serio y enojado, caminó Darth Maul del grupo maligno de los Sith. Detrás iban los maestros Fisto y Plotón, los pilotos Boba Fett del Imperio Galáctico y un Wedge Antilles, de la Alianza Rebelde.
Mística de vida
Un seguidor no necesitó disfraz, pues en la piel llevaba tatuada la estrella de la muerte, la cabeza de Lord Vader y unas naves X-Wings.
Los que se robaron la atención, aunque iban en la retaguardia, fueron los miembros de la Legión 501, quienes representaron a la Orden de los Sith. A la cabeza iban Darth Vader y Darth Sidious o Palpatine, atrás los custodiaba un guardia imperial y los soldados Clon, además de guerreros del desierto Tusken Ryder.
Dentro de su casco blanco, Urania explicó que uno de los requisitos para entrar a la Legión es ser mayor de edad y tener un traje réplica de cualquier personaje de la saga.
“Star Wars es la parte mística de mi vida”, dijo orgullosa.
“Yo crecí con las frases del master Yoda: No. No lo intentes. Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes”, contó la joven Sara Lozano, cuando se quitó el casco de soldado Clon.
La caminata “galáctico-metropolitana” se estropeó en el Monumento a la Revolución, atestado por perredistas, quienes aprovecharon la variedad para distraer su aburrimiento provocado por el mitin político.
Al pisar la plaza del mausoleo y recordar una parte feliz de su niñez, un padre de unos 40 años de edad trajo a su memoria la marcha imperial del compositor John Williams y tarareó: Tu tu tú, tu tu túuu, tu tu túuu.
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