domingo, 11 de septiembre de 2011

Testimonio: De la tragedia a la esperanza





NUEVA YORK, 11 septiembre 2011 (El Universal).- Antes del 11 de septiembre del 2011, el restaurante Windows of the World, situado entre los pisos 106 y 107 de la Torre Norte del World Trade Center, una de las edificaciones gemelas que eran símbolo de la ciudad Nueva York, era considerado uno de los más importantes de la Gran Manzana.

Este emblemático feudo era una visita obligada para quienes querían disfrutar de los lugares más exclusivos de Manhattan.

Se trataba de un lujoso sitio donde trabajaban más de 70 personas, quienes llegaban muy temprano para comenzar a preparar los platillos que habían hecho famoso al lugar. En ese tiempo, Michael Lomonaco era el chef ejecutivo del Windows of the World; en realidad lo era desde 1997.

Al igual que sus compañeros, acostumbraba llegar a la cocina muy temprado, pero el 11 de septiembre ocurrió algo distinto: desde hace días venía pensado cambiar uno de los cristales de sus lentes, y ese día lo hizo.

Para ahorrar tiempo, acudió a una de las ópticas que se encontraban en el área de tiendas de las torres. Estuvo ahí más de 40 minutos, pues antes de cambiar el cristal, visitó al optometrista.

Cuando se encontraba en el consultorio, escuchó un estruendo; de inmediato pensó que había sido un problema con el subway, aunque le pareció raro porque en todos los años que había trabajado en la zona nunca había pasado algo similar.

Minutos más tarde, se escuchó otro impacto; unos segundos después, interrumpieron la consulta y les pidieron abandonar el edificio.

Al salir, por la avenida Liberty, observó que caían escombros y al levantar la vista contempló la tragedia: los edificios ardían en llamas.

Su primer pensamiento fue que había estallado la cocina del restaurante, pero casi inmediatamente se dio cuenta que dos aviones se habían estrellado en las torres.

Cuando reaccionó, trató de pensar quiénes de sus compañeros podrían haberse encontrado en el restaurante.

En una entrevista concedida al Daily News, Lomonaco reconoció que trabajar con las personas que murieron ese día era como hacerlo en familia donde, a pesar de mezclarse diferentes culturas e idiomas, el ambiente era cálido y cordial, y que fue precisamente lo que hizo tan especial al Windows of the World.

Algunos de los trabajadores que sobrevivieron a los ataques, incluido Lomonaco, se unieron para formar Windows of Hope, un grupo sin fines de lucro que provee seguro social y fondos para la educación de los hijos de los compañeros que murieron ese día, pues tristemente uno de esos niños nació el 11 de septiembre de 2001.

Además de este proyecto, cuando Lomonaco abrió su feudo, Porterhouse Nueva York, invitó a algunos de sus ex compañeros a trabajar con él, tratando de evocar el ambiente que se vivía en el anterior establecimiento.

“Gran parte de mi corazón y mi alma está aquí. Me siento muy afortunado de haber encontrado otro epicentro de Nueva York”, ha declarado el chef, quien aún recuerda con profunda tristeza esa tragedia.

El chef, desde entonces, todos los días, antes de trabajar, le dedica unos minutos a la memoria de sus compañeros, pues se imagina que también ellos se preparaban para comenzar su jornada el día que murieron.

Más ayuda

Por otra parte, otros grupo de los empleados del Windows of the World que sobrevivieron inauguraron, el 4 de enero de 2006, un restaurante tipo cooperativa llamado Colors, en homenaje a los cocineros y los otros trabajadores que fallecieron durante el ataque terrorista. El menú que ofrece pretende reflejar la diversidad de los miembros del antiguo equipo.

Ahora, el feudo no sólo continúa sirviendo comida, sino que además capacita gratuitamente a sus empleados y a quienes quieren integrarse al ámbito culinario, ya sea como cocineros, meseros o bartenders; esta capacitación la brinda en conjunto con el Centro para las Oportunidades de los Restaurantes, una organización sin fines de lucro que lucha para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores de la cocina.

Aunque algunos de los fundadores originales de Colors han abandonado el proyecto, porque creían que el negocio crecería rápidamente, pero no ha sido tan fácil, el resto, conformado por afroamericanos, gente de etnias minoritarias y latinos, continúa con esta labor y con la esperanza de abrir otros restaurantes en la Unión Americana.