LIMA, 22 junio 2010 (BBC).- Poco a poco, un glaciar extinto en un lugar remoto de los Andes peruanos parece retornar a su forma original, no gracias a la caída de nieve o a la regeneración del hielo, sino a un baño de pintura blanca.
Se trata de la fase experimental de un innovador plan para recuperar los glaciares peruanos, que están desapareciendo por efecto del cambio climático.
Sin embargo, la idea ha generado controversia y muchos la califican de estúpida, pero hay otros que piensan que es una simple, pero brillante solución, o al menos una alternativa por probar.
El Banco Mundial cree que la idea tiene méritos ya que fue una de las propuestas ganadoras del concurso "Cien ideas para salvar el planeta", patrocinado por el organismo internacional.
Eduardo Gold, quien concibió el proyecto, no es un científico, pero ha estudiado meticulosamente el tema de los glaciares y piensa que ha llegado la hora de poner su teoría en práctica.
Aunque todavía no ha recibido los US$200.000 que le otorgó el Banco Mundial, el proyecto piloto ya está en marcha en la cima del monte Chalón Sombrero, a 4.756 metros sobre el nivel del mar, ubicado en Ayacucho.
Desde hace tiempo, los glaciares de los cerros de esta área desaparecieron.
Cuatro hombres de la comunidad de Licapa, un pueblo ubicado en el valle adyacente a esta montaña, mezclan tres ingredientes no perjudiciales al medio ambiente: agua, cal y clara de huevo para formar una especie de cemento blanco que ha sido utilizado desde los tiempos coloniales en Perú.
Los hombres usan jarros para cubrir de esta mezcla las rocas de la cima del cerro. Es un proceso laborioso, pese a lo cual han pintado dos hectáreas en dos semanas.
El plan es pintar toda la cima del Chalón Sombrero y más adelante otro dos picos, cubriendo un área de 70 hectáreas.
El secretario de energía de Estados Unidos, Steven Chu, ha respaldado un plan similar, que consiste en pintar techos de blanco, algo que en principio parece una idea más pragmática que pintar montañas.
Gold señala que pintar las rocas de blanco llevaría al enfriamiento de la superficie de la cima, y esto a su vez generaría un microclima más frío alrededor del pico.
"El frío genera más frío, al igual que el calor genera más calor", señala Gold.
"Tengo esperanzas de que vamos a regenerar el glaciar porque estaríamos recreando todas las condiciones necesarias para la formación de un glaciar", agregó.
"Cuando yo tenía 15 ó 20 años, Chalón Sombrero era un glaciar grande, todo blanco, y entonces poco a poco comenzó a derretirse", dice Pablo Parco, de 65 años, uno de los promotores del proyecto.
"Han pasado 40 años, y el río está en su nivel más bajo; las noches son muy frías, pero los días muy calurosos. No era así durante mi infancia; el clima siempre era tolerable durante el día", agrega Parco.
"Estamos contentos de ver en marcha este proyecto para pintar el cerro. Puedo asegurarte que esta mañana había nieve en el suelo, algo que rara vez vemos".
"Aquí arriba vivimos de nuestros animales, no hay trabajo ni cosechas. Cuando hay menos agua, hay menos pasto y eso significa menos animales".
Los restantes glaciares podrían desaparecer en 20 años si no se adoptan medidas para mitigar los efectos del cambio climático, de acuerdo con el organismo internacional.
El impacto se sentiría mucho más allá de las comunidades andinas, con consecuencias dramáticas en cuanto al abastecimiento de agua y de energía hidroeléctrica para la población de la costa peruana.
En mayo, el ministro del Medio Ambiente de Perú, Antonio Brack, señaló que el país necesita unos US$400 millones al año para mitigar los efectos del cambio climático.
El funcionario es uno de los que dudan de los méritos del plan para pintar la cima de los cerros como propone Antonio Gold.
"Yo creo que hay proyectos mucho más interesantes para mitigar el cambio climático y es en éstos que se debe invertir dinero", señaló el ministro.
Pero si su proyecto logra bajar la temperatura en la cima del cerro Chalón Sombrero, Antonio Gold piensa expandir su plan a los glaciares más amenazados de Perú.
"Yo prefiero experimentar y fracasar y no comenzar a prepararnos para vivir sin los glaciares, como si la situación fuera irreversible", señaló Gold.