jueves, 24 de junio de 2010

No estaba muerta, estaba de parranda


CORUÑA, 24 junio 2010 (La Voz de Galicia).- La angustia empezó cuando cuatro jóvenes que habían disfrutado de la noche de San Juan en la playa coruñesa del Orzán llegaron a sus casas. Una de ellas tuvo que explicarle a su progenitor, un agente de la Guardia Civil, que una amiga de la familia, de unos veinte años de edad, que se había desplazado desde Asturias a pasar estas fiestas a su casa no la acompañaba.

La mujer le explicó a su padre que la última vez que había visto a su amiga había sido alrededor de las cuatro de la madrugada. A esa hora, la joven asturiana había abandonado el grupo, sus pocas pertenencias (un teléfono móvil y unas llaves), y tan solo vestida con un bikini y una camiseta se había adentrado en el mar. Ahí el suspense, el miedo a que algo grave le pudiese haber pasado a la muchacha fue aumentando, ya que sus compañeras no se ponían de acuerdo al asegurar si había salido o no del agua.

El padre de la joven coruñesa llamó entonces al servicio de emergencias 112. El dispositivo de búsqueda y rescate se montó de forma inmediata. Los miembros de Protección Civil de A Coruña que estaban realizando el servicio de vigilancia de la fiesta de la noche de San Juan iniciaron el rastreo por tierra, desde el Portiño hasta Riazor y desde la torre de Hércules hasta el Orzán.

Salvamento Marítimo

Mientras tanto, el centro local de Salvamento Marítimo de A Coruña movilizaba desde el aeropuerto de Alvedro al helicóptero Helimer Galicia . Desde el puerto coruñés también zarpó hacia la zona la embarcación de actuación rápida Salvamar Mirfak , e igual hizo una lancha de salvamento de la Cruz Roja, adscrita a Sasemar. Dos zódiac de Protección Civil de A Coruña se sumaron asimismo al rastreo marítimo. La Policía Nacional y la Policía Local de A Coruña peinaban la ciudad con la descripción de la joven.

Las horas iban pasando y la búsqueda no daba sus frutos. La joven tampoco se ponía en contacto con sus compañeras. Los técnicos mantenían la esperanza, pero estas iban poco a poco disminuyendo. El pesimismo se adueñaba de los rastreadores y de los curiosos que se amontonaban en el Orzán.

El reloj señalaba las doce del mediodía. Fue entonces cuando el jefe de Bomberos de A Coruña, Carlos García Touriñán, recibe una llamada. «Me indican que la joven acaba de llegar a casa», comentó. Al parecer un muchacho la acompañó hasta el piso de su amiga, en los Rosales.